Primero y mejor de una serie de siete documentales sobre blues que ha producido Martin Scorsese. El título es el tema de una canción de Blind Willie Jonson, uno de los pioneros del blues a quien está dedicado este filme, y es la definición de la música, ahora denominada afroamericana. Una combinación Scorsese-Wenders merece atención: del primero toma la crudeza, el sentido popular, callejero y rabioso; del segundo el entusiasmo por la música, por la utilización de la imagen, la experiencia del documental y la mirada profunda hacia el interior del alma humana.
El resultado, un interesante documental ganador del Emmy a la fotografía que cuenta la vida de tres grandes estrellas del blues: Blind Willie Jonson, hijo de un pastor, ciego de nacimiento, que cantó en los años veinte; Skip James, prodigioso cantante que hizo una maravillosa grabación en 1929 y desapareció durante treinta años; y J. B. Lenoir, importante músico por la huella que imprimió en la generación siguiente, y de quien se han conservado dos breves documentales.
Wenders comienza su película con el lanzamiento de la sonda Voyager. Una voz en «off», supuestamente la de Blind Willie Jonson (en realidad, el actor Laurence Fishburne) cuenta que una de sus canciones viaja en esa nave. La cámara contará su historia, con imágenes de época unas veces, otras serán recreación de Wenders -no hay modo de saber cuál es cuál- explicando quiénes son estos músicos y cuál es su arte.
El documental de Wenders muestra que esta música nace de lo más hondo del alma sufriente, de la marginación, del Ku Klux Klan, y de las esperanzas a las que no renuncian; sus tres protagonistas no interpretaban la música, ellos eran el blues o, al menos, una caja de resonancia donde sonaba el blues y sus ecos se siguen escuchando a través del tiempo, en otros músicos, y del espacio sideral, como muestra la última imagen: la sonda se aleja, vemos la tierra desde el espacio mientras suena el tema «The Soul of a Man».
Fernando Gil-Delgado