Es uno de los documentales más premiados en los últimos meses: premio a la mejor dirección en Sundance, al mejor documental por la National Board of Review y la Asociación de Críticos de Los Ángeles… Además, es uno de los 15 preseleccionados para los Oscar de este año. Es una historia sencilla de un matrimonio con cuatro hijos pequeños que comete un gran error que les lleva a la cárcel. Ella estará menos tiempo, pero a él le queda una condena que parece interminable, evidentemente incrementada por el color de su piel.
El documental da continuos saltos en el tiempo para mostrar escenas domésticas que marcan la vida de los familiares que están fuera de la cárcel. Este punto de vista es muy original, al igual que el cuidado de la planificación y la música, que aportan a la emoción del relato una creatividad remarcada por el uso del blanco y negro. Siendo una película reivindicativa, tiene pausa, matices y verdad. La protagonista es una madre con un vitalismo y una esperanza imbatibles, y el crecimiento de los hijos expresa su capacidad heroica para educar en una situación desesperante.
Con tan solo 35 años y un cortometraje en su breve trayectoria, la neoyorquina Garrett Bradley ha sorprendido por su personalidad y madurez. En un año en el que hay documentales tan extraordinarios como Descansa en paz, Dick Johnson (EE.UU.), El agente topo (Chile) o La pintora y el ladrón (Noruega), los premios de Time son especialmente significativos. Por ahora, esta joven realizadora ya ha terminado un nuevo proyecto, la esperada docuserie de Netflix Juicios mediáticos, producida por George Clooney y Grant Heslov.
