Me resulta casi imposible contar algo del argumento de esta película sin caer en las redes de la directora Julia Ducournau, que ya nos había atacado en 2016 con el retrato de una adolescente caníbal en Crudo. Es una película voluntariamente agresiva, con un protagonista aparentemente humano pero reconstruido con titanio. Hasta ahí podía ser Terminator, pero Titane tiene además un componente esencial: la transgresión sexual y la violencia extrema en casi dos horas que se hacen interminables.
Dice la creadora de esta mutación artística que ha intentado liberar a la palabra “monstruoso” de su connotación negativa para, en esa oscuridad, descubrir una nueva luz regeneradora. Algunos le han comprado el boleto e incluso le han dado el primer prem…
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