El barrio de Charlestown, en Boston, es desde siempre un criadero de ladrones. Como Doug (Ben Affleck), que dirige una banda especializada en asaltos a bancos y furgones blindados. Durante el robo a un banco, el violento Jem (Jeremy Renner) hiere gravemente al subdirector y toma como rehén a la guapa Claire (Rebecca Hall), directora de la sucursal. Una vez que la liberan, Doug sigue a la chica para asegurarse que no habla demasiado con la policía. Mientras la amistad casi fraternal entre Doug y Jem se enrarece, Doug comienza a enamorarse de Claire y a plantearse seriamente dejar su carrera delictiva.
No es demasiado original el argumento de esta adaptación de la novela Prince of Thieves, de Chuck Hogan. Al fin y al cabo, recurre a los tópicos más clásicos del cine sobre criminales: las dudas morales del protagonista, la realización de un último trabajo, las tensiones en el seno de la banda, la posibilidad de redención a través del amor…
En todo caso, Ben Affleck maneja esas convenciones del género con gran habilidad, consolidando aquí el estilo seco y directo que ya mostró en Adiós, pequeña, adiós, su primer trabajo como director. Destaca, sobre todo, su capacidad para crear atmósferas densas, virtud que le permite elevar por encima de la media tanto las secuencias de acción como sus largos intermedios románticos o dramáticos, resueltos con vigor visual y narrativo.
También como actor, Ben Affleck mantiene un alto nivel, aunque su fría caracterización transmite menos que las de Jeremy Renner (En tierra hostil) o Rebecca Hall (El desafio: Frost contra Nixon), ambos excelentes. Quizás el tono del filme es artificialmente duro en algún momento, sobre todo en los diálogos. Pero esta cierta impostura no estropea el conjunto, que tiene notable tensión externa y suficiente hondura interior.