Un grupo de chavales se unen, de espaldas a sus padres, para financiar un proyecto ecologista que tiene como fin, nada más y nada menos que salvar el planeta.
En poco más de una hora –67 minutos dura la película–, el francés Louis Garrel cuenta una simpática fábula que mezcla el interés por el cambio climático y el cuidado del medio ambiente, con la crítica a algunos planteamientos ecológicos más ideológicos que reales y una reflexión sobre la paternidad y la pérdida del idealismo de la juventud. “Demasiadas teclas para tocar”, podría objetarse, pero la realidad es que Garrel imprime tanto ritmo a la narración y es tan consciente de que está contando una historieta, y no elaborando una tesis, que la película funciona.
Y sí. Todo es liviano,…
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