Lo de Mel Gibson es sorprendente. Cuando parece que no va a recuperar el nivel de sus trabajos como actor y director, sorprende con películas como El castor y como esta, que Gibson escribe, produce y protagoniza. La dirige con llamativo talento un director mexicano que firma su primer largometraje pero que ha trabajado como ayudante de dirección en obras mayores como Master and Commander, Amores perros y Apocalypto.
Un cínico delincuente estadounidense, detenido tras un grotesco atraco en zona fronteriza de Texas, ingresa en una cárcel mexicana. Aquello es la jungla, con una corrupción tremenda. Y allí tendrá que sobrevivir.
La historia es dura y descarnada en su retrato del sistema penitenciario. Hay un tono logradísimo y un relato trepida…
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