Apocalipsis es un poderoso mutante, cuyos orígenes se remontan al Egipto de las pirámides. Tras “dormir” varios milenios, regresa en los años 80 del pasado siglo, en plena Guerra Fría, lo que le lleva a pensar que es el momento de sumar los poderes de todos los X-Men que pueda reunir, para destruir el mundo tal y como lo conocemos y empezar de nuevo. Para ello atrae a su lado a Magneto, cuyos intentos por llevar una vida normal en el anonimato se han saldado con una terrible desgracia.
Tercera entrega de los X-Men en su versión “joven”, tras X-Men: Primera generación y X-Men: Días del futuro pasado, aunque el tiempo pasa, y los nuevos mutantes ya ven a Mística como toda una veterana. Bryan Singer y Simon Kinberg, director y guionista, que han unido sus carreras desde hace años al devenir de los populares superhéroes mutantes de Marvel, entregan un film entretenido, sin más: hay mucha acción aturullante, pero vuelven a demostrar que la acumulación de superhéroes dándose de bofetadas siempre es resultona.
Aunque se abusa de los efectos visuales, hay algún momento con fuerza, sobre todo cuando se mueve a toda velocidad el hijo que no sabe que tiene Magneto. Y abundan las subtramas y guiños que encantan a los fans. La calidad interpretativa de Michael Fassbender, James McAvoy y Jennifer Lawrence eleva el nivel de algunos pasajes que de otro modo serían bastante tópicos, y se agradecen las peripecias de algunos X-Men, sobre todo Cíclope y Jean Grey, bien interpretados por Tye Sheridan y Sophie Turner.