Yoyes

Guión: Helena Taberna y Andrés Martorell. Intérpretes: Ana Torrent, Ernesto Alterio, Ramón Langa, Florence Pernel, Iñaki Aierra, Isabel Ordaz. 104 min. Adultos.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Este arriesgado debut como directora de la documentalista navarra Helena Taberna recrea una parte de la vida de María Dolores González Cataraín, Yoyes, la primera mujer que formó parte del aparato directivo de ETA. Tras años de militancia, se enfrentó al sector más violento de ETA, abandonó la banda terrorista y se autoexilió en México, donde estudió Filosofía y trabajó para la ONU. En 1985, regresó al País Vasco, con su marido y su hijo, tras acogerse a las medidas de reinserción del gobierno socialista. ETA lo consideró como una traición, y el 10 de septiembre de 1986 fue asesinada por el etarra Kubati.

En el plano formal, el guión padece algún desconcierto temporal, una excesiva crudeza verbal y un par de torpes concesiones sexuales; pero, salvando estos defectos, está desarrollado con fluidez y rigor, y resulta verosímil. En este sentido, se nota que Taberna se ha documentado mucho. A esta solidez narrativa se añade una realización eficaz y un convincente trabajo de todo el reparto, sobre todo de Ana Torrent y Ramón Langa.

Este cimiento permite a la directora ahondar en el retrato emocional de Yoyes, sobre todo en su progresivo abandono de la violencia y en su imposible afán por liberarse del pasado y recobrar una vida normal junto a su familia. Al hilo de esta vigorosa trama central -bien subrayada por la música de Ángel Illarramendi y la fotografía de Federico Rives-, Taberna articula, con bastante ponderación, un duro alegato contra la opción violenta de ETA, el sucio terrorismo estatal de los GAL, la complicidad del silencio y la irresponsabilidad de ciertos medios de comunicación.

Ciertamente, la película roza la caricatura al retratar al Ministro socialista del Interior y al periodista que desveló la vuelta a España de la ex terrorista. Además, presta poca atención a la etapa de Yoyes como militante activa de ETA y al análisis de las raíces del nacionalismo vasco, presentado superficialmente como una manifestación más de la lucha contra el franquismo. Esto hace que a ratos parezca que la directora tontea con un incómodo tono hagiográfico. Pero, finalmente, ni disculpa ni mitifica a Yoyes, pues la recreación de varios atentados y del tenso encuentro de la terrorista, ya reinsertada, con la viuda de un militar asesinado por ETA sirven de ilustrativos contrapuntos sobre las trágicas consecuencias del terrorismo que Yoyes favoreció durante años. En realidad, parece que el objetivo principal de Helena Taberna ha sido más bien lanzar una encendida proclama a favor de la solución dialogada del conflicto vasco. Por eso, pienso, con ella, que su película sólo irritará a los extremistas.

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