Anagrama. Barcelona (2002). 296 págs. 16 €. Traducción de Miguel Sáenz.
Este es un libro difícil de calificar, como los anteriores de este escritor alemán (ver servicios 117/01 y 170/01), fallecido en Inglaterra en 2001, donde ejercía como profesor. ¿Novela, memorias, ensayo?… de todo un poco. El libro se inicia con la minuciosa descripción de la estación de Amberes y del encuentro casual, a finales de los sesenta, del narrador con Jacques Austerlitz, con el que mantendrá un trato esporádico pero hondo e intenso. El tema del libro son los encuentros entre el narrador y su amigo, en los que se va desvelando la larga investigación de Austerlitz, melancólico y desarraigado, sobre sus enigmáticos orígenes: en ese aspecto, el libro mantiene hasta el final la tensión propia de un relato de ficción.
La inclusión de fotografías, datos, digresiones sobre temas tan variados como la arquitectura, la zoología, el sentido del tiempo, la historia europea…, añaden al libro el peculiar tono ensayístico y erudito apuntado al principio. Sin embargo, Sebald consigue que no decaiga el interés y que el libro, denso, no sea pesado, sino sumamente interesante para un lector culto.
Esa búsqueda de la identidad por parte de Austerlitz, con el nazismo como trasfondo, da lugar a descripciones muy precisas de lugares europeos (de Inglaterra, Francia, Bélgica, Checoslovaquia y Alemania), tanto urbanos como rurales, siempre con un afán de objetividad. A ellas se añaden consideraciones históricas, estéticas o sociológicas (magníficas, por ejemplo, las disquisiciones sobre las polillas o sobre una faraónica biblioteca parisina de reciente construcción). Sebald se muestra en la novela como un gran observador, detallista, culto, crítico, pero nunca cínico, sino más bien perplejo, que quiere reflejar, a través de la figura desamparada de Austerlitz, la crisis de identidad de los tiempos presentes, como si levantara acta.
Luis Ramoneda