Palabra. Madrid (2005). 478 págs. 26 €. Traducción: Antonio Esquivias Villalobos.
Tal como indica el subtítulo («Historia. Principios. Cuestiones»), la obra hace primero un repaso de la historia de la bioética (necesariamente breve), para dedicar luego algo más de extensión a las cuestiones de principios. Aquí entra una descripción de los principales planteamientos teóricos existentes en esta disciplina. El autor deslinda claramente los modos personalistas de concebir la bioética de los meramente utilitarios y se decanta por un enfoque del primer tipo, apuntando unos principios (valor de la vida, dignidad de la persona, libertad-responsabilidad y totalidad) muy distintos a los que habitualmente se manejan en las revistas médicas y bioéticas de origen o influencia anglosajona (autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia). Esta primera parte merecería una monografía por sí sola, pero el autor consigue, dentro de la brevedad, dejar claras las ideas fundamentales. Este será el marco para el desarrollo de las cuestiones particulares que ocupan el cuerpo de la obra.
En él, el autor se centra en algunas cuestiones discrepantes entre ambas interpretaciones: respeto a la vida que comienza (estatuto del embrión, diagnóstico prenatal, experimentación con embriones, ingeniería genética) y sexualidad humana (técnicas de reproducción asistida, clonación, sida). Junto con ellas, aparecen otras en las que no existe dicha discrepancia (investigación en seres humanos y en animales, drogas, alcohol y tabaco -aunque sorprende un tanto la amplia extensión de estos tres últimos apartados-), pero que implican la dignidad del ser humano de un modo decisivo, y esto justifica su presencia en la obra. El autor propone en la p. 63 su clasificación de las diversas cuestiones de la bioética y, en este libro, para evitar una expansión inmoderada del texto, se limita a algunas de las que comprende en los apartados «La vida en sus comienzos» y «La vida débil» o «Bioética clínica».
Como se puede ver, no se trata propiamente de una obra de ética médica, pues muchas cuestiones de ética profesional (relaciones interprofesionales y corporativas, honorarios, el trato con el paciente, etc.) están ausentes, al menos como tema independiente. La obra trata, más bien, de aportar una serie de ideas básicas y fundamentos para la orientación de la conducta profesional de modo que ésta mire al bien de la persona. Una obra de ética médica aportaría el complemento adecuado para enfrentarse con la práctica cotidiana de estos principios.
El autor no es médico, sino teólogo moral y experto en bioética. Esto no deja lagunas en el desarrollo de la obra: antes de entrar en valoraciones éticas, hace descripciones médicas pormenorizadas, reflexiones sociológicas, aporta conclusiones de comités de trabajo, etc., todas avaladas con bibliografía reciente; se percibe, además, la riqueza de matices que un italiano es capaz de imprimir a su expresión oral. A la hora de realizar la valoración ética, priman los principios personalistas que ha aportado al comienzo; lo específicamente católico es un apéndice a cada capítulo, donde aporta una referencia clara a la doctrina expresada en el Magisterio de la Iglesia con respecto al tema tratado. No es, por tanto, una obra de bioética teológica, pues los datos doctrinales no son tomados como premisas a partir de las que razonar, sino aportadas como complemento a un razonamiento de por sí rico y bien matizado.
Se trata, en suma, de una obra que aporta al panorama español un manual de bioética, que, a diferencia de otras obras recientes de colaboraciones, presenta un contenido muy coherente (es la dificultad eterna de toda obra de varios autores) y razonablemente completo. Se trata de una obra de madurez intelectual, que cuenta con un buen apoyo científico y bibliográfico. La edición castellana contiene, además, un anexo de referencias bibliográficas actualizadas por la profesora Postigo.
Antonio Pardo