Coinciden en las librerías tres nuevas obras que evocan la figura del periodista Manuel Chaves Nogales, muerto en el exilio de Londres en 1944. En los tres libros participa María Isabel Cintas, catedrática de Lengua y Literatura, la persona que más ha investigado sobre la obra periodística y literaria del escritor sevillano. En primer lugar, su biografía Chaves Nogales. El oficio de contar, que ha conseguido el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2011.
Chaves Nogales nació en Sevilla en 1897. En 1922 se trasladó a Madrid, donde desarrolló una prolífica actividad periodística. Comenzó escribiendo en El Heraldo. Después fichó por el periódico Ahora, próximo al partido de Azaña, y colaboró también en la revista Estampa, donde publicaría la mayoría de sus reportajes, luego convertidos en libros. Como describe María Isabel Cintas, lo suyo fue un periodismo de acción, analítico, culto, cosmopolita, que compaginaba con su aprecio por el periodismo cultural y literario, del que procedía.
Fruto de su viaje a la URSS es el libro La vuelta al mundo en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja (1929). De 1931, como consecuencia de las entrevistas que hizo en París a muchos exiliados que abandonaron Rusia tras la Revolución, es su libro Lo que ha quedado del Imperio de los Zares.
La revolución comunista, que conoció de primera mano, fue uno de los grandes temas de sus reportajes, de sus libros y de su pensamiento. Chaves Nogales mostró siempre una actitud muy crítica ante la dictadura del proletariado, postura que chocó abiertamente contra la propaganda comunista. Excelente es su libro El maestro Juan Martínez que estaba allí, de 1934, basado en las entrevistas que hizo en París a un bailador profesional español que había presenciado en Kiev la Revolución comunista.
Junto con el comunismo, intuyó en el fascismo y el nazismo un gravísimo problema para el futuro de Europa. En 1933 viajó a Italia y Alemania para escribir una serie de reportajes sobre cómo se vivía en los países de régimen fascista. Mientras tanto, continuó con su intensa actividad periodística. Fruto de unos reportajes publicados por entregas, en 1935 publicó Juan Belmonte, matador de toros, otro de sus grandes libros, la biografía novelada del famoso torero.
María Isabel Cintas describe cómo Chaves Nogales compartió los ideales de regeneración social y política que trajo consigo la II República, aunque rechazó los impulsos radicales y revolucionarios de muchos partidos de entonces. También temió la más que posible radicalización de los partidos de derecha. Cuando estalló la Guerra Civil, se puso al lado de la República. El periódico Ahora, incautado por un Consejo Obrero, le nombró director, cargo que ocupó hasta que el Gobierno republicano abandonó Madrid y se trasladó a Valencia en noviembre del 36. “Cuando el Gobierno de la República abandonó su puesto y se marchó a Valencia, abandoné yo el mío. Ni una hora antes, ni una hora después”.
Chaves se exilia en París con su familia, donde continúa su actividad periodística colaborando con diferentes medios europeos e hispanoamericanos. En 1937, en Chile, publica uno de los mejores libros que se han escrito sobre la Guerra Civil española, A sangre y fuego, con el subtítulo tan expresivo de Héroes, bestias y mártires de España. En 1940, cuando las tropas alemanas se acercaban ya a París, decidió exiliarse en Londres, donde siguió escribiendo en diferentes medios de comunicación. En 1941 publicó La agonía de Francia.
Recuperación de su obra periodística
Tras la guerra, Chaves Nogales fue olvidado por unos y por otros. Sin embargo, últimamente se han recuperado muchos de sus libros, a la vez que aumenta su prestigio como periodista liberal e independiente. Este interés ha motivado la publicación de esta biografía y de dos nuevos libros que recuperan parte de su obra periodística escrita durante la Guerra Civil, que no aparecen en el volumen que preparó María Isabel Cintas para la Diputación de Sevilla en 2001.
La defensa de Madrid reúne un conjunto de reportajes que se publicaron en diferentes medios hispanoamericanos, europeos y norteamericanos sobre la actuación del general Miaja en Madrid, cuando el Gobierno republicano abandonó la capital para trasladarse a Valencia. Son unas narraciones cercanas, pegadas a la realidad, con un deliberado sentido épico y sensacionalista. Los reportajes están llenos de vida y de anécdotas y, como escribe Antonio Muñoz Molina en el prólogo, “la potencia narrativa que lo arrastra a uno de la primera a la última línea se corresponde con una deslumbrante clarividencia política. La rotunda toma de partido del autor no le estorba una casi furiosa disposición de autocrítica”, muy poco habitual en la prensa de aquellos años, la mayoría al servicio, sin fisuras, de la propaganda política.
Los artículos reunidos en Crónicas de la Guerra Civil fueron escritos en Francia, cuando Chaves ya estaba exiliado, y publicados en diferentes medios europeos. En ellos, analiza la marcha de la guerra y pone de manera especial el acento en el componente ideológico del bando nacional. Teniendo en cuenta que la mayoría fueron escritos en plena guerra, sus observaciones son clarividentes y muy oportunas, aunque partidistas. Chaves, periodista muy bien informado, tiene además muy en cuenta el conflictivo y complejo contexto europeo.