Tras publicar Si no despierto, Lauren Oliver comienza una nueva trilogía cuyo primer título es Delirium. Prototipo de novela romántica juvenil adecuada al gusto femenino, presenta sin embargo notables similitudes con otra exitosa trilogía escrita por Scott Westerfeld: Traición, Perfección y Especiales, publicada con anterioridad y que trata también sobre un mundo ideal liberado de todo tipo de pasión y sentimiento en aras de la búsqueda de la sociedad perfecta.
En este caso se trata de eliminar el amor. Antes de que los científicos encontraran la cura, la gente pensaba que el amor era algo bueno. Sin embargo, ahora está considerado como una especie de enfermedad que hay que erradicar antes de que cause nocivos efectos en las personas. Por ello todos los ciudadanos, cuando cumplen dieciocho años, reciben la cura, un proceso quirúrgico mediante el cual es imposible volver a sentir ningún tipo de sentimiento amoroso en el más amplió sentido de la palabra. Lena Haloway siempre ha esperado el día en el que sería curada. Una vida sin amor es una vida sin sufrimiento: segura, medida, predecible y feliz. Pero faltando noventa y cinco días para recibir el tratamiento, Lena hace lo impensable: se enamora. A partir de ese momento, Lena y Alex, un no curado, tendrán que ocultarse para no ser descubiertos. Poco a poco Lena irá descubriendo que la sociedad en la que viven no es tan perfecta como muchos piensan.
La historia está bien desarrollada, pero las semejanzas con la obra de Westerfeld son asombrosas. De hecho, para los que la hayan leído, a veces será inevitable recordar a Tally, protagonista de aquella saga. Como notas propias de Lauren Oliver, cabe destacar algunos detalles más sensuales en la relación de Lena con Alex, así como una conclusión más realista. La relación de la protagonista con su prima autista es sin embargo todo un ejemplo de trato con el prójimo.