Democracia para la diversidad

Norbert Bilbeny

GÉNERO

Ariel. Barcelona (1999). 160 págs. 1.500 ptas.

Norbert Bilbeny es profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Barcelona y autor de La revolución de la Ética, Sócrates. El saber como ética y Política sin Estado. Estos títulos confirman una forma de pensar que se continúa en Democracia para la diversidad, aunando la reflexión desde la ética y la filosofía política. Este ensayo de filosofía práctica destaca por su claridad en el estilo y en el razonamiento. Dos ideas básicas sirven de armazón: «la democracia es ante todo un instrumento, no un régimen ni una ideología, y por eso sirve para todos», y «se trata de un compromiso con unos valores fundamentales, no algo que nos viene dado de fuera, completo y acabado, y por eso la democracia depende también de todos».

Las alusiones a hechos de la política actual, así como a políticos y pensadores, resultan oportunas e ilustrativas, e intercaladas con la reflexión filosófica hacen que el discurso «enseñe» de un modo profundo y ameno. Bilbeny insiste en la necesidad de recuperar la participación de los ciudadanos en la democracia haciéndonos ver qué es. Explica con acierto cómo en una democracia ni todo lo decide la mayoría ni esta siempre tiene razón, y sale al paso de algunas creencias que han desvirtuado el pensar político y moral de muchos ciudadanos.

La primera parte, titulada «El ideal», contiene el análisis de los elementos fundamentales de la democracia, así como sus limitaciones. Se describe las relaciones entre valores como la libertad y la igualdad, a su vez vinculados con las virtudes de la solidaridad, y la tolerancia. No se trata de valores absolutos, sino que siempre hay que preguntarse si están al servicio de la dignidad humana. Señala el abuso del liberalismo al apropiarse de la autoridad interpretativa sobre cómo es y debe ser una democracia.

La segunda parte -«La realidad»- descubre porqué se produce la inhibición de los ciudadanos en la democracia, co mo consecuencia de costumbres sociales que provocan que los individuos se preocupen solo del bienestar material y, retenidos en casa, apenas piensen en lo que ocurre a su alrededor. La democracia queda en manos de los expertos, que gobiernan para tener contento al ciudadano comprador; la economía manda sobre la política.

En este proceso irrumpe el fenómeno de la globalización con sus aspectos positivos y negativos. Predominan el globalismo neoliberal, cuyo interés es promocionar el mercado, y el mundialismo democrático, que busca la extensión entre todos los pueblos de los valores cívicos que definen el ideal democrático.

Las alternativas de la tercera parte apuntan a incentivar la participación de los ciudadanos. La clave está en la educación, no solo en el ámbito formal de la escuela, sino en todas las ocasiones en las que se manifiesta la voz ciudadana. El contenido de esta educación se compone de una base cultural común que asume principios políticos y morales compartidos, mínimos pero no neutrales, pocos pero definitivos.

El autor aboga por el establecimiento de una democracia transcultural y una ética intercultural. Defiende un paradigma pluralista de democracia frente a los modelos de liberales y comunitaristas. Para que estos ideales encarnen soluciones concretas, Bilbeny subraya el papel del diálogo, sumándose a las filas de los pensadores que insisten en que la crisis de la democracia se superará si se vivifica la participación. Si los educadores y jóvenes, a los que dedica especialmente este libro, lo leen, les hará pen sar y hablar.

Aurora Bernal

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