En la ficción hay todo un género literario de distopías, novelas que se proponen describir el peor de los mundos posibles, y que están centradas en cuestiones relacionadas con la demografía, llevadas siempre al extremo (control de la población, migraciones, auge y declive de la fecundidad, elogio o censura de la ancianidad, plagas, etc.). Entre ellas hay significativas novelas de autores como Adolfo Bioy Casares, Amin Maalouf, José Saramago o Margaret Atwood. Andreu Domingo, sociólogo y demógrafo de la Universidad Autónoma de Barcelona, resultó finalista del premio Anagrama de Ensayo 2008 con este detallado recorrido por ese género literario.
Lo peculiar de estas distopías es que la población (el miedo a su exceso o, menos frecuente, el miedo al declive demográfico) se convierte en un problema que debe resolverse mediante políticas intervencionistas. Obviamente la ficción demográfica permite el acceso desde múltiples enfoques y tonos: desde la humorada cómica (1985, de Anthony Burguess) a la predicción mesiánica y apocalíptica de cuño rabiosamente malthusiano como Make room!, Make room! de Harrison o reaccionario (El campo de los santos, de Raspail).
En cualquier caso, resultan particularmente sugerentes las conexiones entre realidad y ficción que Domingo va resaltando a lo largo de su trabajo. A partir de algunas distopías cabría suscribir el tópico de que la realidad supera a la ficción: pero no faltan ocasiones en que es la ficción la que supera ampliamente a la realidad.
En este punto, el lector no se limita a sonreír ante la portentosa imaginación de los autores revisados en el libro. Porque, como dice Domingo, “con las predicciones lanzadas por las distopías y por la demografía (…) se podría escribir una curiosa historia del futuro, en la que reconoceríamos una interesante recopilación de errores”.
El ensayo, inteligente y sugestivo, se limita a adoptar un enfoque descriptivo, neutral y académico: se habría enriquecido si hubiera abundado en esos errores porque las ideas demográficas que subyacen en las distopías estudiadas sí tuvieron amplia recepción en las políticas demográficas intervencionistas de muchos países.