Partiendo de la conocida tesis de que “no hay nada más práctico que una buena teoría”, Carlos Goñi y Pilar Guembe muestran lo útil que es, en términos educativos, lo que han dicho los grandes pensadores. A su juicio, la filosofía puede no solo servir para que padres y maestros se hagan las preguntas adecuadas –las más importantes en la medida en que decidirán el quehacer formativo–, sino también para analizar con precisión los problemas que surjan y tomar distancia frente a los posibles conflictos.
El recorrido que proponen los autores por la historia del pensamiento parte de Sócrates, sin duda toda una autoridad a la hora de sacar el mejor yo de quienes nos rodean, hasta la española María Zambrano, que ayudaba al hombre a ponerse en situación de entenderse a sí mismo, pasando por otros como Séneca, Santo Tomás o John Stuart Mill. No hay autor del que no extraigan lección. Incluso la misantropía pesimista de Schopenhauer les sirve para reflexionar sobre el tiempo libre de los hijos y lo provechoso que es, en ocasiones, que se aburran, evitando, eso sí, que se conviertan en personas aburridas.
Se equivocaría quien acudiera a este libro para descubrir la fórmula mágica de la paternidad o el secreto para no equivocarse en la educación. De hecho, si algo demuestra la pluralidad de puntos de vista que atraviesa la historia de la filosofía, como la propia diversidad humana, de la que son tan conscientes los padres, es que es más importante la prudencia que la abstracción. Algunos de los hombres a los que Goñi y Guembe acuden no son expertos pedagogos ni especialistas, pero a todos ellos les inquieta, de algún modo, descubrir de verdad quién es el hombre, lo que es ya toda una garantía.
Concluye el libro con un epílogo de diez máximas para educar “con filosofía”, en el que los autores insisten no solo en que “un ejemplo vale más que mil palabras”, sino en otras ideas menos manidas, como que “todos los padres quieren a sus hijos, pero no todos saben quererlos”; que “los padres son los mejores juguetes para sus hijos”, o una que debería dar que pensar: “Lo más importante en la educación de los hijos es la educación de los padres”.