Uno de los objetivos de la recién propuesta reforma de la ley española de reproducción asistida es limitar la congelación de embriones que se crean pero no se implantan y encontrar alguna salida para los miles de ya congelados (ver servicios 114/03 y 131/03). Resulta, pues, oportuna esta obra, que es fruto de las diferentes ponencias que los autores (Gonzalo Herranz, Natalia López Moratalla, Mª Dolores Vila-Coro, Luis M. Pastor, Mónica López Barahona, José Miguel Serrano-Ruiz Calderón y Alberto García), expusieron como expertos participantes en un seminario de bioética en marzo de 2003. El libro recoge también un prolijo (más de la mitad del volumen) y detallado apéndice documental compuesto de legislación, informes, propuestas legislativas y debates parlamentarios que tratan sobre la materia.
La situación actual de acumulación de embriones congelados es consecuencia de una legislación equívoca, imprecisa y con lagunas. Pero también de la simple pretensión técnica de que es preciso fecundar un gran número de óvulos para evitarse complicaciones, del clima de competitividad que reina entre los profesionales de la medicina reproductiva, para los cuales la acumulación es un mero efecto colateral no deseado, y, especialmente, de que tantos padres abdiquen de sus responsabilidades sobre los hijos así concebidos.
Los autores del libro concluyen que la investigación con embriones humanos debe permitirse solo sobre los que se encuentran clínica y naturalmente muertos y debe prohibirse en los embriones que son viables. Las células embrionarias humanas no son el único punto de partida para combatir ciertas enfermedades degenerativas. La investigación científica tiene un límite infranqueable: debe buscar el bien del hombre, pero nunca volverse contra el propio hombre, nunca atentar contra el valor absoluto de la vida humana. La ética es una condición de la realización de la investigación y no un impedimento de la misma.
Nos alertan, asimismo, de la manipulación mediática, de las presiones económicas y políticas y de los debates-trampa que concurren en torno a la investigación con células troncales embrionarias. Precisamente, induce a confusión el término preembrión, que sirve para justificar el desecho de los embriones no aptos para anidar en el útero materno, y su utilidad como material de experimentación, o se presenta a la clonación terapéutica como la buena y a la reproductiva como la mala, cuando ambas plantean problemas éticos con relación a la protección de la vida, o se atribuye a la clonación terapéutica una capacidad preventiva y curativa de ciertas enfermedades degenerativas, cuando científicamente no está probada.
Coinciden los autores en que congelar embriones es someterlos a un «tratamiento» injusto, que ha de ser prohibido o suspendido si se ha realizado. Explican qué cabe hacer con los que, tras ser descongelados, estén vivos y en condiciones de reanudar su desarrollo. Examinan si la adopción es posible y deseable. En suma, el libro aporta argumentos de peso para no incurrir en la cosificación del embrión, frecuente efecto secundario de la reproducción asistida.