Espasa. Madrid (2002). 368 págs. 21 €. Traducción: Inés Belaustegui.
Los avances científicos, hoy vertiginosos, tienen el peligro de hacer olvidar al hombre algunas cuestiones esenciales sobre lo que le caracteriza. Jean-Claude Guillebaud pretende distanciarse tanto de las posturas que asumen las novedades científicas sin sentido crítico como de las opiniones castastrofistas
En El principio de humanidad, el ensayista francés sostiene que la revolución biotecnológica, el economicismo, así como el auge del cientificismo están progresivamente deshumanizando al hombre. Hay pensadores como Singer que no atribuyen a la especie humana más relevancia que a otras; teorías sobre la inteligencia que asimilan la mente a un ordenador; manipulaciones biogenéticas -la utilización de embriones para la investigación, la clonación, etc.- que cosifican al ser humano. En esta coyuntura arriesgada, Guillebaud intenta restaurar la posición del ser humano, apelando a principios éticos basados en la tradición griega y sobre todo judeo-cristiana. Y llama la atención sobre los riesgos eugenésicos de las nuevas técnicas.
Aunque el libro contiene bastantes datos que avalan sus opiniones, Guillebaud se mueve en el terreno del ensayo. No es esto motivo para descartar el libro, pues trata asuntos que interesan no solo a los científicos -quienes tampoco están desprovistos de prejuicios-, sino también a humanistas y filósofos.
La postura del autor es la de establecer una frontera entre lo humano y lo que no lo es. Esa frontera está marcada por el principio de humanidad y obliga a respetar la dignidad del hombre.
Josemaría Carabante