Crítica. Barcelona (1993). 125 págs. 1.200 ptas. Edición original: Mac-millan, Londres, (1987).
En este breve ensayo, Peter Burke, historiador británico influido por la escuela francesa de «Annales», aborda el Renacimiento desde distintos puntos de vista (es lo propio de esa escuela): historia social, arte, literatura, educación… Éste es el principal atractivo de la obra, que muestra el Renacimiento como un hecho global que afectó a la sociedad europea en todas sus dimensiones. Así se compone el «rompecabezas»: cada pieza muestra una faceta, pero adquiere sentido pleno una vez que se contempla la imagen completa.
Con este enfoque, Burke busca las raíces concretas y el significado preciso del periodo poniéndolo en relación directa con el mundo medieval. En la Edad Media, subraya el autor, se ponen los pilares de lo que será luego el sólido edificio renacentista. Tesis que la obra va demostrando con hechos y nombres concretos tomados de diversos aspectos de la vida europea de aquel tiempo.
Burke se aleja, por tanto, de la visión de historiadores anteriores -y de los mismos renacentistas-, que consideraban el fenómeno como un milagro cultural aislado, sin orígenes en su pasado inmediato.
Así, señala que el Renacimiento no surgió por una súbita recuperación de los clásicos, que no habían sido olvidados en las universidades y monasterios medievales. La diferencia estriba en que los renacentistas empezaron a ver en la Antigüedad -romana, más que griega- un modelo para su propia época. Y en esto tuvo mucho que ver el desarrollo de las ciudades-estado italianas, que, a mitad de camino entre el Imperio y el Papado, deseaban plena independencia y romper con el orden político medieval. Por eso no fue fortuito que el movimiento naciera en Italia, donde es difícil discernir si la inspiración clásica fue un resurgimiento o una pervivencia.
La obra termina con un examen, más breve, del fin del Renacimiento y su desintegración en el manierismo y en el barroco, a lo largo del siglo XVII. Las causas sólo se esbozan. Se observa, concluye el autor, que el mundo clásico acaba produciendo hastío, y la herencia de la Antigüedad -ya anquilosada- queda superada por la nueva ciencia que aparece entonces. De este modo, Europa se aleja de ese mundo y pone las bases para la modernidad..
Daniel Díaz