PPC. Madrid (2004). 174 págs. 13 €.
Desde la aparición en 1954 de «El Señor de los anillos» se han sucedido todo tipo de interpretaciones no sólo de esta obra sino de todo el mundo mítico que creó el autor. Esta obra, apoyándose en los textos literarios y biográficos de Tolkien, analiza un aspecto clave de su literatura: su dimensión espiritual. Y lo hace respetando al máximo la intención del autor, sin forzar las interpretaciones; para ello cuenta con las numerosas declaraciones de Tolkien sobre este asunto, contenidas en sus Cartas. No se trata de una empresa fácil, pues si bien «El Señor de los anillos» asume la tradición épica, caballeresca y de los libros de hadas, introduce importantes cambios en la concepción de la literatura fantástica. Estos cambios determinaron también a otros escritores, como C.S. Lewis, según lo cuenta en los ensayos contenidos en su libro «De este y otros mundos. Ensayos sobre literatura fantástica» (ver Aceprensa 55/04).
Para Tolkien, la clave de su literatura reside en su concepción del mito, pues hay verdades que sólo pueden expresarse a través de este tipo de relatos. Pero no se trata de verdades de segunda categoría, sino fundamentales para la existencia, como el origen del mundo y de la naturaleza humana, la vida y la muerte. Para Tolkien, además, los mitos enlazan directamente con la sabiduría que procede de Dios, pues expresan principalmente verdades transcendentes y religiosas. La novedad es que todo esto se convierte en literatura sin recurrir a imágenes ni expresiones religiosas que tengan que ver con lo que él llama mundo real. Para ello, huye de la exposición explícita de estas verdades religiosas. Como escribió Tolkien en una de sus cartas, «el elemento religioso queda absorbido en la historia y el simbolismo».
Isabel Romero descubre a los lectores las claves de la dimensión espiritual que se esconden en la obra de Tolkien, pero -insistimos- no como un juego ni retorciendo el contenido, sino llevando a sus últimas consecuencias la creación de un mito. Para dar forma a su cosmogonía, que se relata en «El Silmarillion», Tolkien, profesor de filología medieval en la Universidad de Oxford, se inspiró en relatos míticos y medievales procedentes del Norte de Europa. Después de explicar la creación del mundo y su evolución en diferentes etapas, la autora interpreta las continuas alegorías que explican la visión religiosa que Tolkien quiso dar a esta obra. A la vez analiza desde esta perspectiva espiritual el papel de algunos personajes (como Frodo, Aragorn, Faramir y Gandalf) y algunos elementos simbólicos del mundo de la Tierra Media, ingredientes con los que Tolkien subraya algunos componentes espirituales que explican su original visión religiosa de los mitos y de la literatura.
Adolfo Torrecilla