Primera novela de una serie de ambiente medieval nórdico. El protagonista es Erik, un chico de quince años, el mayor de los hijos de un antiguo general del rey. Huérfano de madre, vive con su padre y sus hermanos, Nela, Robert y Bera, de cuatro años. Cuando Erik y dos amigos, Gunnar y Kodran, encuentran a una loba muerta en una trampa, recoge a sus dos cachorros y decide llevarlos a la persona que más sabe de animales del pueblo: el huraño Markus, el cetrero. Este accede a enseñarle cómo cuidar a los lobeznos y, además, cuando los chicos se lo piden, también se muestra dispuesto a enseñarles a manejar la espada. Además, Erik ha de prepararse para participar en una competición en la que ha de vencer a Olaf, un trampero de comportamiento poco noble.
Trama que discurre según cánones bien conocidos: un chico de grandes cualidades humanas y físicas, unos amigos que son un gran apoyo, un mentor de pasado desconocido, un duro entrenamiento que dará frutos en su momento, unos animales que serán decisivos, etc. Todo está dispuesto, también, para que las cosas vayan encajando según las expectativas que se abren: emparejamientos, reconocimientos, futuras amenazas, etc.
Los personajes hablan todos igual, con expresiones de ahora, y tanto el héroe como sus amigos y familiares son personas sensatas y prudentes: muchos lectores pensarán que demasiado. Pero lo que importa es el relato, que está bien contado y construido, con descripciones escasas y diálogos que llevan casi todo el peso de la narración, y que, como se supone, se dirige a un dramático enfrentamiento final.