Eiunsa. Madrid (2000). 208 págs. 1.500 ptas.
Carlos Alfaro construye sus relatos con una misma técnica: la aparición de un conflicto puntual, que centra rápidamente la atención del lector; una concisión extrema, que le lleva a eliminar cualquier componente superfluo; un desenlace acrobático e imprevisto, muy unido a su concepción de la vida; y, como dice su autor, «un cierto afán moralizante -o inmoralizante- del que no quisiera desprenderme». Los personajes son siempre adultos y bastantes de los relatos transmiten una crítica de la sociedad. En todos ellos, de manera deliberada, el marco espacial y temporal es indefinido.
Uno de los rasgos más persistentes de estos breves relatos es su tono amargo. Parece como si Alfaro tuviera una desolada visión del ser humano. Para Joseluís González, autor de la selección y de un estudio final sobre los relatos de Carlos Alfaro, su rasgo más característico es «la firmeza de estilo narrativo», afianzada tras la publicación de tres volúmenes de relatos (Señales de humo, Lecciones de cosas y Puntos de luz), novelas cortas, poemarios y novelas. Este libro pone en contacto al lector con un excelente narrador de cuentos.
Adolfo Torrecilla