La complejidad e intensidad de las pasiones y los intereses en presencia convierten al conflicto palestino-israelí en un enfermo al que hay que analizar con sumo cuidado para evitar diagnósticos determinados por filias o fobias previas al conflicto mismo o basados en el discurso dominante.
Uno de los raros análisis con pretensiones de objetividad independiente es este estudio histórico de Ilan Pappe. El autor, nacido en Israel y profesor de la Universidad de Haifa, es uno de los intelectuales israelíes más denostados por los actores y afiliados a la interpretación oficial allí dominante. Solo el apoyo de sectores de la comunidad académica y periodística europea consiguió impedir que fuera expulsado, por las autoridades israelíes, de la docencia universitaria. Este dato es interesante para valorar su «Historia de la Palestina moderna», ya que nos da una idea de hasta qué punto sus tesis e investigaciones contradicen los tópicos en los que diferentes gobiernos israelíes apoyan decisiones que dificultan o destruyen los esfuerzos de paz.
Sin ser exhaustivos, los análisis de Ilan Pappe minan las bases de la teoría imperante sobre una creación artificiosa tanto del pueblo como del nacionalismo palestino. Donde su tesis es totalmente contraria a la oficial y produce un fuerte rechazo es en la investigación que hace de la huida de palestinos en 1948, motivada por hechos de armas que califica de verdadera limpieza étnica por parte de las fuerzas israelíes. La posición que se adopte al respecto es de gran importancia para Israel, ya que en todas las negociaciones uno de los temas más espinosos es el de la vuelta de más de un millón palestinos a sus hogares. La tesis oficial suele ser que, como se fueron voluntariamente esperando la desaparición del Estado de Israel, han perdido todo derecho al regreso.
Esta obra de Pappe es un repaso detallado de las evoluciones sufridas por la zona de Palestina desde el siglo XVIII hasta la segunda intifada en el que se capta la enorme complejidad de los intereses de países limítrofes, europeos, inmigrantes judíos, Estado de Israel, y las diferentes capas sociales en que se estratifican sus habitantes.
En suma, un punto de vista diferente, detallado, fundamentado que a veces no puede evitar, aunque parece ocultarlos, ciertos planteamientos propios de los análisis enraizados en los métodos del materialismo histórico. El capítulo sobre los años que denomina como de «gracia postsionista» es especialmente interesante para comprender que, dentro de la propia sociedad israelí no todo es un discurso monolítico dominado por las ideas del Gran Israel y de la seguridad a ultranza.
Agustín Alberti