Rialp. Madrid (2006). 428 págs. 14,50 €.
Este libro de Mariano Fazio, rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y catedrático de Historia de las Doctrinas Políticas, pretende ser un manual; de ahí que predomine un estilo didáctico y cercano, sin menoscabo de su calidad ensayística.
La contribución principal de Fazio es la distinción entre los dos sentidos del proceso de secularización acaecido con la Modernidad. De un lado, el procedente de la Ilustración, antirreligioso, que en la reivindicación de la autonomía del hombre olvida su perspectiva de ser creado. Para Fazio, esta «secularización fuerte», que desemboca en la defensa de un laicismo intolerante, ha provocado el nacimiento de las ideologías sustitutivas de lo religioso, caracterizadas por una visión reduccionista de la realidad. Fazio se refiere a esto con el nombre de «Modernidad Ideológica» y bajo este título analiza los presupuestos fundamentales del liberalismo, el nacionalismo, el marxismo y el positivismo.
Más allá de este olvido de la transcendencia, el vacío del hombre no ha podido ser colmado con ninguna «religión política mundana». En este sentido, la crisis contemporánea es, ante todo, una crisis antropológica, acentuada por los rasgos de una sociedad permisiva. No es de extrañar, por tanto, que la secuela de la modernidad ideológica haya sido la posmodernidad del pensamiento débil y del deconstruccionismo. Este hecho explica para Fazio la actual búsqueda de espiritualidad, aunque en muchos casos sea el retorno a una religiosidad vaga, no comprometida, al estilo «New Age».
El otro sentido de la secularización consiste en distinguir entre el orden natural y el sobrenatural, y entre el poder político y el espiritual, sin que por ello el hombre tenga que renegar de la trascendencia. De hecho, la «desclericalización», como la denomina Fazio, no significa la pérdida del sentido de lo religioso, sino simplemente la distinción entre órdenes que, en esencia, no tienen por qué colisionar y que pueden enriquecerse mutuamente.
Junto a las ideologías -las modernas y las posmodernas, como el feminismo o el ecologismo extremo-, el autor repasa los principales intentos de salir de la modernidad reduccionista. Es importante la mención de Kierkegaard que se enfrentó con energía a la abstracción idealista. Pero sobre todo se analiza el pensamiento personalista, desde el existencialismo de Marcel hasta Mounier, y el neotomismo de Maritain o Gilson.
La última parte del libro tal vez sea una de las más interesantes para el lector de hoy día. En ella Fazio expone con brevedad, pero sin olvidar los aspectos esenciales, cuál ha sido la posición de la Iglesia católica frente a las corrientes contemporáneas de pensamiento, con especial atención al Concilio Vaticano II y al magisterio de Juan Pablo II. En definitiva, se trata de una excelente y útil introducción al pensamiento contemporáneo.
Josemaría Carabante