Alianza. Madrid (1999). 500 págs. 2.900 ptas.
Los movimientos sociales son formas de acción colectiva que comenzaron a surgir en Occidente a partir de la segunda Guerra Mundial. Algunos ejemplos: el «0,7», «Okupa», «Civil Rights», «Pro vida», «Comunidades de Base», «New Age», etc. No puede decirse que los movimientos sean una novedad social absoluta. Pero lo que caracteriza a los movimientos sociales es que están menos formalizados que las asociaciones clásicas, son muy heterogéneos, amplios y, a veces, de perfiles difusos. A partir de los años 60 estos movimientos han sido uno de los principales fermentos del cambio social.
La sociología comenzó a interesarse por los movimientos sociales desde los años 80, con el fin de disponer de un instrumento para el estudio del cambio social. El peligro es hacer del concepto un cajón de sastre donde meter cualquier novedad social inclasificable. Enrique Laraña, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, y uno de los mayores expertos españoles sobre el tema, examina con detalle este problema. Aunque, Laraña estructura su estudio en tres partes, yo solo veo dos núcleos netamente diferenciables: uno «teórico» (cap. 1-3 y 9) y otro de «aplicación y contraste» (cap. 4-8).
El núcleo «teórico» trata de fundamentar el concepto de «movimiento social» en una hipótesis diferente de la hipótesis tradicional, que es la de «estructura social». Según los estructuralistas (Durkheim), cada estructura económica lleva asociada una estructura de tipo social (de división de clases, de distribución del poder y de formas de actuación colectivas). En opinión de Enrique Laraña, este planteamiento sería demasiado «objetivista».
La perspectiva adoptada por la Laraña se puede llamar «constructivista» y se inspira, principalmente, en las recientes teorías de Snow (Estados Unidos) y Melucci (Italia). En ellas se defiende que los movimientos sociales no pueden explicarse por hechos exteriores (oportunidades políticas y disponibilidad de recursos que surge con el cambio de la estructura), sino por procesos simbólicos y cognitivos interiores a los movimientos mismos, en los que los individuos tienen gran protagonismo.
El núcleo «aplicado» del libro lo conforman algunos estudios sobre movimientos sociales españoles (estudiantiles, contra el terrorismo, pacifista, etc.), y su comparación con movimientos norteamericanos similares. En su conjunto, se trata de un trabajo de calidad, que se mueve en un nivel de discurso apropiado para profesionales del pensamiento social. Como es una refundición de trabajos publicados anteriormente, resulta con frecuencia reiterativo.
Gabriel Vilallonga