La velocidad con la que se producen los cambios en la vida política española ha provocado que la detallada investigación de Helena Béjar nazca algo atrasada. Tiene, sin embargo, la virtud de ser una foto fija de uno de los momentos más importantes de la discusión política española. Los sociólogos que, como la profesora Béjar, son conscientes de las limitaciones que su oficio les impone, tampoco aspiran a más. La autora, profesora de Ciencias Políticas y Sociología en la UCM, afronta lo que, a su juicio, ha sido el problema central de la legislatura 2000-2004: ¿qué es España?
La dejación de España emprende la tarea de hacer una taxonomía de los distintos sentimientos de pertenencia e interpretaciones que dan respuesta actual a la vieja pregunta.
En estas páginas se distinguen los cuatro discursos sobre la nacionalidad que se han encontrado a lo largo de años de trabajo en diferentes grupos de investigación.
En un primer grupo se encontraría el nacionalismo español tradicional -que considera inevitables las autonomías, pero vislumbra los problemas que van a llegar por causa de una transición imperfecta- y lo que se ha dado en llamar el neoespañolismo -que cree necesarias las autonomías y empieza a construir un lenguaje cívico distinto del nacionalista-.
El segundo grupo lo componen el nacionalismo subestatal moderado -partidario del nacionalismo periférico, pero con la pretensión de ir sumando competencias autonómicas- y el nacionalismo subestatal soberanista -contrario a todo tipo de sistema autonómico y empeñado en afirmar su identidad con carácter excluyente-. Resultará fácil al lector identificar cada grupo tanto geográfica como ideológicamente. Para ello se presentan, en un anexo metodológico al final del libro, unas tablas ilustrativas.
Más allá del interés sociológico y estadístico, resulta interesante la introducción, en la que Béjar advierte de una consecuencia importante: el abandono de la filosofía política tradicional, centrada en la posibilidad de desarrollar colectivamente una vida buena fundada sobre valores. Este abandono, según la autora, se produce porque se ha llegado a la convicción de que nos encontramos en el mejor régimen posible y porque, con el mantenimiento de unos prejuicios positivistas, ha triunfado el discurso de una ciencia neutral a la que se impone la prohibición de hablar de valores políticos y morales.
A ello se añaden las peculiaridades de la historia de España, que ha hecho “dejación” del discurso nacional frente a la reivindicación de la periferia. Con independencia de todo ello, Béjar cree que la tarea pendiente es, precisamente, el renacimiento de un lenguaje cívico que entronque con la tradición clásica y que sea incluyente, sin tener en cuenta, al menos políticamente, otras connotaciones.