Giovanni Sartori es una referencia mundial del pensamiento político contemporáneo. A su capacidad de análisis une una habilidad didáctica, un sentido de la provocación… y una versatilidad que le está llevando a contribuir, con más o menos acierto, a la reflexión sobre temas en los que no es un experto como el fenómeno de la inmigración (La sociedad multiétnica), el crecimiento poblacional (La tierra explota) o la influencia de la televisión en los comportamientos políticos y sociales (Homo videns, Aceprensa 3-06-1998).
Su último libro se centra en un tema más tradicional, al que el autor dedicó su gran obra, Teoría de la democracia, y su apéndice (La democracia después del comunismo). Esta vez su originalidad viene del formato elegido, que parece dirigido especialmente a ese Homo videns cuyo nacimiento anunció a finales del siglo XX.
El libro es fruto de un programa emitido en prime time por la televisión pública italiana, en el que el autor iba condensando, en 3 ó 4 minutos, conceptos básicos que conforman la democracia. Sus intervenciones, adaptadas para el libro, ponen de manifiesto la capacidad de síntesis, y su facilidad didáctica para hacerlo asequible, sin renunciar al enfoque de fondo, histórico y filosófico, a cualquiera interesado en qué es la democracia.
A lo largo de las páginas se van abordando con claridad, y sin complejos, conceptos como el de libertad, pluralismo, revolución, o incluso lo “políticamente correcto”. Aunque pudieran parecer ajenos a la definición tradicional de democracia, se encuentran directamente relacionados con la democracia, entendida no como el ejercicio directo del poder sino como una forma de control y limitación del mismo. De ahí que desde el principio insista en dibujar las difusas fronteras entre el realismo y el idealismo, el equilibrio necesario entre teoría y realidad, cuyo descuido tantos problemas ha causado a la humanidad. Sartori alerta frente al perfeccionismo y la utopía y señala que el reclamar una “verdadera” democracia es el verdadero peligro que acecha a nuestro sistema.
Hay ideas provocadoras, “políticamente incorrectas” como aquellas en las que alerta frente a la participación: “Existe una relación inversa entre la eficacia de la participación y el número de participantes… la participación verdadera tiene las piernas cortas, es decir, se circunscribe a las cifras pequeñas”. También entra al debate sobre la exportabilidad de la democracia, con la que se muestra bastante crítico, y la vinculación entre desarrollo y democracia, que no comparte.
Multiculturalismo y pluralismo, el islam y el conflicto de civilizaciones son otros de los temas que aborda con su peculiar estilo, logrando atrapar la atención del lector. Deja la sensación que quizás el programa de televisión, origen del libro, sea una buena idea para alguna cadena de radio o televisión en otro país: ¿quién se anima?