La nueva colección “Otra vuelta de tuerca”, de la editorial Anagrama, da una nueva oportunidad a obras de calidad ya publicadas por la editorial. La fortaleza asediada (1947) es la mejor novela de Qian Zhongshu (1919-1998), escritor y profesor universitario, y un gran especialista en la literatura occidental.
La novela está ambientada en la década de 1930, cuando tiene lugar la guerra chino-japonesa -que la atraviesa de refilón-. Cuenta la peripecia vital de Fang Hongjian, hijo de una familia tradicional que va a ampliar estudios en el extranjero. Comienza con el regreso de Fang a China. Para justificar su larga estancia en Europa, donde lleva una vida disipada en diferentes ciudades, vuelve con un falso título de doctor en Filosofía de una inexistente universidad. A pesar de sus intentos por pasar desapercibido, en China es recibido como una celebridad, lo que le provoca algunas insólitas situaciones.
La primera parte de la novela cuenta la amistad de Fang con varias mujeres que su familia toma como pretendientes. Pero como casi todo en la vida de Fang, estas relaciones acaban en un sonoro fracaso que provoca la partida de Fang de Shanghai, pues ha aceptado un puesto de profesor en la nueva universidad de Sanlü. El viaje hasta ese recóndito lugar, lleno de vicisitudes, es otro de los platos fuertes de la novela. La llegada a la Universidad le provoca otra decepción, pues no se cumple nada de lo previsto. Allí se casa con Roujia, sobrina de un amigo. Volverán a Shanghai pero la vida no será fácil para ninguno de los dos, pues no encuentran trabajos apropiados para su cualificación.
Con un estilo lento, de gran calidad y plagado de buenos diálogos, la novela describe la vida en China, en la década de los años treinta, de un grupo de intelectuales que no acaban de romper del todo con la tradición -Fang vive de alguna manera atemorizado por las opiniones de su padre sobre su vida- y que han asumido el estilo de vida occidental en las relaciones humanas y en algunas de las costumbres. Zhongshu ridiculiza el esnobismo de algunos de estos personajes, que han adoptado del extranjero sólo los rasgos más superficiales.
Fang es una persona abúlica, sin mucho entusiasmo por las cosas, que las acaba haciendo quizás porque no hay más remedio. No desea someterse ni a la familia, ni a un trabajo extenuante, ni a nada que le organice la existencia. Su visión irónica de las cosas acaba volviéndose contra él, transformándole en un ser indolente.