Arendt comienza este ensayo con Platón y Aristóteles: ellos constituyen el comienzo de la tradición filosófica occidental. Pero este comienzo tuvo lugar cuando la vida política griega se estaba acercando a su fin. Y ese fin consiste históricamente en el juicio y la condena de Sócrates.¿Por qué? Porque Platón dudó de la validez de la persuasión socrática, que no pudo convencer a sus jueces acerca de su inocencia y, a consecuencia, perdió la fe en la vida dentro de la polis. Nuestra tradición de pensamiento político está ligada precisamente a ésta reflexión platónica.
La oposición entre verdad y opinión fue una de las conclusiones platónicas del jucio de Sócrates. El desarrollo del significado filosófico de persuasión (peithein), de verdad y de opinión (doxa), constituyen el grueso del debate filosófico de Hanna Arendt en estas líneas, que avanzan en su desarrollo con los capítulos referentse a la tradición en la política. Tradición y sentido común tienen orígenes romanos, y la escritora judía los examina con perspicacia y claridad.
A continuación, trata de la revisión de la tradición por Montesquieu, capítulo en el que examina las novedades introducidas en L’Esprit des lois, como por ejemplo, que las acciones concretas de cada gobierno y de los ciudadanos no pueden explicarse de acuerdo con los dos pilares conceptuales de las definiciones tradicionales de poder: la distinción entre gobernar y ser gobernado y la ley como limitación de dicho poder.
Con Marx llega el final de la tradición. Entre otras consideraciones, Arendt indica que la única ley que Marx reconoce como fuerza positiva es la ley de la historia, la cual nunca puede usarse para establecer el espacio político. Es una ley del movimiento y, por tanto, está en flagrante contradicción con los demás conceptos de ley que conocemos en nuestra tradición. Arendt reconoce a Marx su grandeza en su compresión del poder: la dominación subyace a todas las formas antiguas de gobierno.
Marx reinterpreta la tradición de pensamiento político y la lleva a su final. Su conclusión es que la acción o praxis, contrariamente a toda la tradición, es más bien el vehículo verdadero y real del pensamiento, y la política, lejos de estar por debajo de la dignidad de la filosofía, era la única actividad inherentemente filosófica.
El volumen añade a continuación el ensayo “Introducción a la Política”, ya publicado por la misma editorial y conocido por los lectores de Hanna Arendt.