Thomas L. FriedmanMartínez Roca. Barcelona (2005). 496 págs. 23,50 €. Traducción: Inés Belaústegui.
En su libro «Free to Choose», el gran exponente y divulgador del monetarismo, Milton Friedman, utilizó como ejemplo un lápiz para demostrar el poder organizado de las fuerzas del mercado. El mercado libre, dijo, puede hacer acopio de madera, grafito y pintura proveniente de cualquier parte del mundo sin necesidad de grandes planes ni reuniones, y todo eso para fabricar un objeto que luego se vende por unos pocos centavos.
Muchos compararán a Thomas Friedman con su tocayo Milton, etiquetándolo como defensor acérrimo del capitalismo (ver Aceprensa 59/00 sobre su libro «The Lexus and the Olive Tree», 1999). En «La Tierra es plana», Thomas pone de ejemplo un portátil de la marca Dell en lugar del lápiz de Milton. Friedman da órdenes a su Dell on line y luego le sigue la pista a través de un rápido y complejo proceso de toma de decisiones.
La anécdota permite hacerse una idea sobre cuáles son las fuerzas que están «aplanando» el mundo. Dell ha dejado de ser la multinacional centralizada y jerárquica que fue en el pasado, y se ha convertido en una compañía virtual basada en acuerdos de suministro a lo largo y a lo ancho del mundo. Su cadena de suministro involucra a cerca de 400 empresas, conectadas unas a otras por internet. Friedman consigue un ordenador con las características exactas que busca, gracias a que Dell puede ofrecer un servicio personalizado. La rapidez de comunicación, la superación de las fronteras nacionales, las relaciones de cooperación conectadas por la tecnología y el comercio, la autonomía del individuo…, son algunos de los rasgos distintivos del «mundo plano» según Friedman.
Para Friedman, la Globalización 1.0 empezó con Colón en 1492, y duró hasta 1800. La llevaron a cabo los países y sus ejércitos, abriendo mercados y creando recursos mediante la invasión y posterior exploración. La Globalización 2.0, en cambio, fue liderada por las compañías: multinacionales americanas y europeas que difundieron bienes y técnicas de producción por todo el mundo. La Globalización 3.0, que se puso en marcha hacia el año 2000, será potenciada por individuos que compiten y colaboran fuera de las jerarquías empresariales y por encima de las fronteras nacionales y de la distancia.
Friedman enumera diez factores que contribuyen a hacer el «mundo plano», factores que pueden sintetizarse en dos: la convergencia del cambio tecnológico y la amplia aceptación de la economía capitalista.
Friedman retrata la globalización como una oportunidad para la India y una amenaza para Indiana (Estados Unidos); con ello pretende desarmar a los críticos «anti-globalización» y «anti-explotación» del capitalismo transnacional. También se adelanta a sus críticos cuando reconoce que estas fuerzas no son ni universales ni enteramente beneficiosas. Admite, por ejemplo, que sólo una minoría de indios trabaja en puestos cualificados que guardan relación con las tecnologías. Muchos otros, en cambio, siguen sometidos a los trabajos infrapagados de la Globalización 2.0; y todavía algunos siguen intentando escapar de un estado de pre-globalización y pobreza agraria. Tampoco desconoce Friedman que la gestión de la cadena de suministros puede significar que una economía con bajos salarios pierda empleos frente a otra del mismo tipo (Friedman utiliza el ejemplo de las imágenes de la Virgen de Guadalupe hechas en China e importadas desde México).
Como se ve, el proceso de «aplanar» el mundo da lugar a perdedores y a ganadores. Pero el consejo de Friedman a los políticos y a los demás líderes del mundo es sencillo: si un país acepta el mercado y las nuevas tecnologías, tiene todas las de ganar; sobre todo, si se trata de un país que cuenta con una población numerosa, trabajadora y ambiciosa.
Estamos, sin duda, ante un libro provocativo. Ciertamente en el libro abundan más las experiencias y anécdotas personales que los puros datos, y el autor sacrifica la credibilidad académica por la divulgación. Pero la retórica que emplea Friedman es poderosa, y consigue convencer al lector.
Quizá la crítica más seria que se puede formular al libro es que se centra demasiado en la política económica de la globalización, y da muy poca importancia a las dimensiones culturales y morales de este fenómeno. Si la Globalización 3.0 es realmente la época del individualismo, ¿significa que esto que van a saltar por los aires los vínculos familiares, comunitarios o nacionales? Y si es así, ¿cuáles son las implicaciones? Incluso la empresa tradicional ha proporcionado una protección contra la inestabilidad del mercado. Los trabajadores que pasan al autoempleo fuera de la empresa ¿no tienen nada más que perder que sus cadenas?
Paul Brunker