La plaza pública, el espacio en el que los ciudadanos confrontan sus ideas y propuestas políticas, ha sufrido una transformación insólita en las últimas décadas. Por un lado, ya no se articula a través de los medios de comunicación tradicionales ni de los foros de representación cívica, sino que ha migrado al entorno digital. Por otro, los debates tienden a acabar abruptamente con la descalificación moral del rival político.
Ante la gravedad de este fenómeno, que tiene en la cultura de la cancelación una de sus expresiones más inquietantes, resulta muy oportuna la aparición de este libro del profesor Aniceto Masferrer sobre la relación entre el derecho, la ética y la libertad.
El autor parte de cinco presupuestos o premisas fundamentales: 1) la vida no es propiamente humana si se renuncia a vivir en libertad; 2) no puede vivir en libertad quien se desentiende de la realidad o ignora la verdad; 3) no puede acceder a la verdad quien no se atreve a pensar por sí mismo; 4) la configuración de la ética pública de una sociedad corresponde principalmente a los ciudadanos que la conforman, y 5) el ejercicio de la libertad de expresión y la cultura del diálogo son claves para salvaguardar y fortalecer la democracia.
Masferrer sugiere algunas claves para configurar una sociedad más libre. Afirma que los ciudadanos son el principal agente de la ética pública que sostiene la legislación de un país, y que esa responsabilidad no puede quedar en manos de otras instancias o de una minoría social. De ahí su insistencia en la necesidad de estimular el pensamiento crítico, y de fomentar la expresión de las propias ideas y el diálogo, en particular con quienes piensan de modo distinto. En realidad, el ensayo es una defensa de la libertad, cuyo ejercicio está crecientemente amenazado en una sociedad en la que se piensa y se dialoga cada vez menos, mientras se practican nuevas y eficaces formas de (auto)censura.
Cabe resaltar el tono respetuoso con que el autor aborda temas tan controvertidos como la educación, el matrimonio, la libertad sexual, el aborto y la eutanasia, entre otros. Es lógico que Masferrer no pretenda convencer ni menos apabullar, sino invitar al lector a que piense por sí mismo, al hilo de las cuestiones tratadas, y a que exprese libremente sus ideas.