Marie «Missie» VassiltchikovEl Acantilado. Barcelona (2004). 510 págs. 25 €. Traducción: Roser Vilagrassa.
Casi se han convertido en un género literario los libros que reconstruyen cómo personas anónimas vivieron día a día los acontecimientos dramáticos de la Segunda Guerra Mundial.
«Missie» (1917-1978) nació en San Petersburgo en una familia aristocrática que en 1919, tras la revolución rusa, decidió emigrar al extranjero. El inicio de la guerra coincide con la apertura de este diario, cuando se encuentra en Berlín buscando trabajo desesperadamente. Gracias a su dominio de los idiomas, lo encuentra primero en el Servicio de Radiodifusión alemán y después en el Departamento de Información del Ministerio de Asuntos Exteriores. «Missie» escribe su diario sin intención de publicarlo más adelante. Esto da al diario un aire auténtico, natural.
Casi al final de su vida -murió en Londres en 1978-, su hermano Georgie le anima a publicarlo. «Missie» no vuelve a escribir los diarios sino que se limita a aclarar algunos pasajes y a completar otros donde las circunstancias le habían impedido escribir lo sucedido. «Missie» falleció muy poco tiempo después de publicarlos.
La autora pertenece a la aristocracia rusa y mantiene una estrecha relación con muchos amigos de la nobleza alemana y europea. El inicio de la Segunda Guerra Mundial transforma el modo de vida de su clase social y de ella misma, y la somete a carencias de todo tipo. Durante los primeros años de la guerra, Alemania vibra con las victorias. Pero «Missie» y los suyos no apoyan a los nazis. Desde el primer momento muestra su repulsa al régimen totalitario y represivo. Alrededor de «Missie», sin embargo, hay otros que sí apoyan a Hitler, aunque poco a poco empiezan a arrepentirse de su decisión. De hecho, ella misma se encuentra implicada, aunque en el diario lo cuenta con discreción, en el fracasado intento de atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944.
Al cambiar el signo de la guerra, en Berlín son continuos los bombardeos aéreos, uno de los temas obsesivos de los diarios, que «Missie» describe con auténtico pavor. Cuando Berlín se convierte en una ciudad destruida y llena de escombros, se traslada a Viena para trabajar como enfermera en la Cruz Roja.
Sus diarios reflejan sólo tímidamente sus sentimientos y creencias, pues lo que pretende es dejar constancia de lo que está ocurriendo a su alrededor. Más explícita se muestra al referir sucesos de sus amistades más íntimas o los percances que tiene en su trabajo. Lo más sobresaliente de la obra no es su dimensión histórica, sino la autenticidad con que cuenta las ganas de sobrevivir de una mujer llena de vida en unos años ruinosos.
Adolfo Torrecilla