Nórdica Libros. Madrid (2006). 172 págs. 13 €. Traducción: Francisco Javier Orduña.
Esta novela de Heinrich von Kleist (1777-1811), el principal escritor dramático del romanticismo alemán, describe la tragedia de un hombre anclado en el temor de Dios y en la pasión por el trabajo que se transforma en bandido y asesino por su inflexible sentido de la justicia. La causa del cambio no es, aparentemente, muy grave (al protagonista, Michael Kohlhaas, una autoridad local le usurpa unos caballos de forma despótica y cruel), pero las consecuencias trastocan la escala de valores del protagonista. El fin que perseguía era que las leyes reparasen la injusticia cometida por el terrateniente Wenzel von Tronka. Ante el desamparo, Kohlhaas se rebela, pues no está dispuesto a admitir ni a consentir que se cometa ni la más mínima injusticia.
El «tempo» de la novela es vertiginoso; desde las primeras páginas, se avanza a toda velocidad, sin detenerse en meandros descriptivos. Manejando un lenguaje denso y concentrado, Kleist va a lo esencial. La anécdota relatada desprende un retrato psicológico de un atrayente personaje que sólo busca vivir con dignidad y respeto. Kohlhaas simboliza la rebelión justa contra los que vulneran los derechos fundamentales. Si hubiese aceptado la ignominia, su vida no había corrido ningún peligro, pero habría arrojado a la basura sus férreas convicciones morales y sociales y habría perdido su dignidad e integridad. Para Kohlhaas, la búsqueda de la autenticidad humana requiere héroes y este tipo de sacrificios personales. Su actuación está, pues, en el límite, pero sirve a Kleist para transmitir su certero mensaje: la sociedad necesita hombres que amen la justicia por encima de las pasiones y egoísmos personales.
Es evidente el parecido entre el protagonista y su creador. El relato remarca las limitaciones humanas, uno de los temas característicos de la literatura de Von Kleist.
Adolfo Torrecilla