En una ocasión oí a una ex ministra, durante una conferencia sobre comunicación política, recomendar a los interesados en la materia: “vean El Ala Oeste de la Casa Blanca y lean Don’t Think of an Elephant!”. Entretanto Lakoff ha sido nombrado miembro del equipo de sabios que están asesorando a Rodríguez Zapatero en la elaboración de su programa electoral. En fin: este ensayo tiene ahora un interés particular por partida doble: las primarias en Estados Unidos, y las cercanas elecciones generales en España.
El libro hace un diagnóstico sugerente sobre el comportamiento de los partidos en materia de comunicación política. Según Lakoff, en EE.UU. los conservadores republicanos desde hace cuarenta años han dedicado miles de millones de dólares a través de sus think tanks para enmarcar el debate público conforme a su conveniencia. Mientras tanto, los demócratas liberales han dispersado sus recursos en ONG y fundaciones de fines variadísimos.
Si los demócratas quieren recuperar la Presidencia -argumenta- su esfuerzo principal tiene que dirigirse a reenmarcar el debate público, de modo que se active la simpatía por sus valores. “Cambiar los marcos, es cambiar el modo que tiene la gente de ver el mundo. Es cambiar lo que se entiende por sentido común”. Y de ahí el título del libro, No pienses en un elefante: no pienses las cosas de la manera en que las presentan los republicanos -un elefante es el símbolo del partido republicano-, pues no podrás dejar de opinar como ellos. El autor -un lingüista consagrado, experto en la capacidad generadora de lenguaje de la metáfora- se ha puesto manos a la obra mediante la dirección del Instituto Rockridge.
Las metáforas básicas que subyacen a los marcos normativos, sostiene Lakoff, tienen que ver con el modelo de familia. Determinados marcos activan figuras contradictorias del padre y la familia, y por tanto generan respuestas morales distintas. Se trata de la familia “de padre estricto”, y de la “familia protectora” (nurturant family). La imagen del padre estricto se corresponde con una visión de la vida como dificultad, donde la educación debe dar pautas claras de bien y mal e imponer -mediante premios y castigos- una disciplina que permita sobrevivir en un mundo competitivo.
En la familia protectora los valores centrales son la generosidad, la responsabilidad por el otro. Es central la empatía, el diálogo, el respeto a la igualdad.
Estos modelos de familia están presentes en casi todas las personas, aunque en grado diverso, y sus sentimientos propios se pueden activar. Los republicanos han sabido hacerlo, por ejemplo: al enmarcar la cuestión del gasto público bajo el rótulo del “alivio fiscal”, o la de la seguridad como “guerra contra el terrorismo”. Al poner en marcha estos resortes, se puede inclinar el voto, pues los ciudadanos no votan conforme a un cálculo de intereses. Lo que mueve a dar el apoyo político es la afinidad con los valores de los candidatos, y su capacidad para generar ilusiones o proteger del miedo.
A lo largo del libro, Lakoff intenta explicar de qué manera “los progresistas” (sobre todo los comunicadores) podrían dar la vuelta a esos marcos, y cambiar el estado de opinión en algunos puntos centrales: política internacional, seguridad social y gasto público, matrimonio y familia, ecología, educación, etc. Para esto, otro de sus esfuerzos centrales es el de hacer conscientes a las diversas corrientes de este campo de lo que tienen en común: sus valores propios de la familia protectora que -sostiene- “son los tradicionales de América”.
El texto es un tanto reiterativo, y a veces sus simplificaciones caricaturizan a los conservadores republicanos. Destaca la caracterización de los católicos liberales como gente capaz de defender algunos valores como la vida o el matrimonio con auténticas razones. Pienso que ayudará a entender algunas peculiaridades del espectro ideológico americano, y su gran espectáculo electoral.