Planeta. Barcelona (2003). 240 págs. 16 €. Traducción: Ana Belén Costas.
Los libros del brasileño Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947) se han traducido a 56 idiomas y han vendido más de 55 millones de ejemplares. Coelho no es un escritor más: su influencia excede el ámbito literario y se ha convertido para muchos lectores en una referencia espiritual y existencial, algo así como una mezcla de gurú, psicólogo y analista de los problemas de nuestro tiempo (ver servicio 158/98).
Once minutos tiene como tema la sexualidad. La protagonista es Maria, una joven brasileña que se traslada a Ginebra para trabajar en una sala de fiestas y que acaba ejerciendo la prostitución. En Suiza, Maria tiene duras experiencias personales, que la hacen madurar y reflexionar sobre el sentido del sexo en la cultura actual. En un diario anota estos pensamientos, que se alternan con la narración de los hechos. Un día, conoce a un prestigioso pintor, con el que mantiene otro tipo de relación, que no está pervertida por el contacto sexual. Con él, y también con otros clientes, vive algunas experiencias límites, como el recurso al sadomasoquismo, donde Coelho introduce algunas peregrinas consideraciones que comparan estas prácticas con un tipo especial de experiencia religiosa. Esto le sirve para enlazar con el sentido del libro: el valor sagrado que debe descubrirse en las relaciones sexuales, la mejor manifestación del amor. El sexo se analiza desde una perspectiva hedonista, relacionada directamente con una radical vivencia personal, alejada de otras consideraciones y compromisos.
Las novelas de Coelho, como el propio autor dice, son sencillas parábolas para plantearse cuestiones de actualidad con el fin de provocar la reflexión en el lector. Aunque siguen presentes como telón de fondo, en Once minutos tienen menos peso las divagaciones espiritualistas. Coelho vuelve a adoptar en esta novela un suave y empalagoso tono didáctico para transmitir sus ambiguas moralejas, sobre todo en las páginas del diario de Maria. Esos mensajitos que escribe dicen todo y nada a la vez: pensamientos verdaderamente planos, aunque parecen transmitir las claves del sentido del universo entero. Esta profusión de una filosofía y teología baratas es lo que más define el estilo y los libros de Coelho. Literariamente, los personajes son peleles en manos de las intenciones del autor; la trama es previsible y una excusa para la moraleja.
Adolfo Torrecilla