Salman RhusdiePlaza & Janés. Barcelona (1997). 173 págs. 2.300 ptas. Traducción: Miguel Sáenz.
La amenaza de muerte que las autoridades iraníes lanzaron contra este escritor hindú, quizá haya puesto en peligro su vida pero también le ha obligado a buscar refugio en la cultura occidental. Fruto de este exilio geográfico y cultural parecen ser estos cuentos, en los que intenta expresar los puntos de contacto y los fuertes contrastes que existen entre el mundo del que procede y aquél que le ha acogido. Así, tres cuentos, los mejores, tienen ambientación y personajes hindúes, tres mezclan elementos orientales y occidentales, con variada fortuna, y tres representan con recursos más sofisticados que convincentes las esencias de la cultura europea. En conjunto, la obra es muy desigual, y así como muestra los aspectos más brillantes de la barroca y colorista veta imaginativa de Rushdie, también manifiesta los prejuicios que entorpecen su comprensión de lo que Occidente representa en su doble vertiente grecolatina y anglosajona.
La coexistencia de tratamientos narrativos muy intelectualizados, con tendencia a la conceptualización surrealista y al lenguaje oscuro, con otros más asequibles, hace de la lectura un ejercicio complejo y costoso, no siempre gratificante. Salman Rushdie confía en su talento ácido e irrespetuoso y se apoya en la ironía y la paradoja para transmitir la idea de que la vida es una mezcla tragicómica de dolor y ridiculez. Sin embargo, una última piedad fraternal hacia los seres humanos, que le inclina a la ternura, es lo que salva a los más logrados de estos cuentos.
Pilar de Cecilia