La editorial Paidós inicia con este libro una colección destinada a ofrecer la esencia de determinadas profesiones e instituciones que, pese a estar cada día más cuestionadas, resultan imprescindibles para que prospere cualquier sociedad. La autora, Adela Cortina, es catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universitat de València, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y una destacada figura del pensamiento español contemporáneo.
El libro cumple con tres objetivos. En primer lugar, explica de forma asequible y rigurosa por qué la ética es imprescindible para las personas y las sociedades. Lejos de limitarse a una función meramente cosmética –dar una buena apariencia a las acciones humanas– la ética está en la entraña misma del quehacer libre del ser humano. En segundo lugar, la autora no se limita a hacer una justificación teórica de la importancia de la ética sino que la pone de manifiesto con continuas incursiones en la actualidad. Así, igual coloca la “lupa” ética sobre el fenómeno de la corrupción que sobre los problemas que suscita la democracia representativa. En tercer lugar, Adela Cortina nos presenta su concepción de la ética y su posición en muchos de los grandes desafíos del momento. En este sentido, el libro es una buena síntesis de su pensamiento.
Estructurado en nueve capítulos, cada uno de ellos trata de alguno de los principales temas de los que se ha venido ocupando la ética desde sus inicios. Empieza con la importancia de la forja del carácter personal, continúa ocupándose de las condiciones para ser un buen profesional y para constituir sociedades decentes, y concluye con la relación entre las exigencias de justicia y el anhelo de felicidad en el ser humano. Para ese repaso se sirve de las grandes doctrinas filosóficas, desde Aristóteles hasta las propuestas más recientes de la ética del cuidado o la ética del reconocimiento.
Cada capítulo concluye con una respuesta distinta, pero siempre breve, a la misma pregunta: ¿para qué sirve la ética? Así, por ejemplo, la respuesta del capítulo segundo es: la ética sirve “para intentar forjarse un buen carácter, que aumente la probabilidad de ser felices y justos, al ayudar a estimar los mejores valores y optar por ellos” (p. 46). El conjunto de esas respuestas constituye una magnífica sinopsis sobre la importancia de la ética.
La propuesta de Adela Cortina presta más atención a la dimensión social de la ética que a la personal, aunque también se ocupe de ella. Por lo demás, el libro no pretende ser un tratado de ética sino una llamada de atención sobre su relevancia social. Por ello, no se centra en las cuestiones sobre los fundamentos de la ética. Pero, como no puede ser de otra manera, su ensayo nos revela las coordenadas básicas de su propuesta ética. Así, por ejemplo, al asegurar que “nadie puede descubrir por su cuenta qué es lo justo, necesita averiguarlo con los otros” (p. 156) reconoce, al mismo tiempo, la objetividad de las exigencias de justicia y la necesidad de los demás para llegarlas a conocer.
Los buenos libros de ética no se limitan a mostrarnos qué es lo justo y lo bueno; son también una invitación a obrar el bien. En esa línea, el libro de Adela Cortina no solo contribuye a que comprendamos mejor qué es la ética sino que nos persuade a buscar la excelencia personal, profesional y cívica.