Reflexiones sobre el exilio. Ensayos literarios y culturales

TÍTULO ORIGINALReflections on Exile

GÉNERO

Debate. Barcelona (2005). 560 págs. 22 €. Traducción: Ricardo García Pérez.

Edward Said nació palestino en 1935, un origen y una fecha que le sentenciaron a vivir en el exilio. En esta colección de 31 ensayos, escritos entre 1967 y 1998, el autor reflexiona sobre literatura, crítica, música, política y diversos fenómenos culturales.

Que sus ensayos políticos versen sobre política es lo apropiado; el problema aparece cuando utiliza las mismas categorías para realizar juicios artísticos. A pesar de ello, Said apunta temas interesantes para la discusión, así como reflexiones lúcidas. En distintos ensayos el autor lamenta la tendencia de sus contemporáneos a no profundizar en el conocimiento y conformarse con clichés, critica la progresiva especialización de las ciencias frente al método de estudio interdisciplinario que nutrió la sabiduría de otros siglos y condena el reduccionismo con el que Occidente ha recibido y asimilado tradicionalmente las aportaciones culturales de Oriente.

La principal tesis de Said es que todas las manifestaciones culturales del siglo XX están al servicio de los intereses de los grupos de poder de los principales países de Occidente, que así perpetúan su supremacía. Como antídoto a esta situación, su propuesta pretende desviar el interés del público hacia la producción cultural de las minorías de tipo étnico, religioso, nacional o sexual.

En esta concepción -por lo demás nada novedosa- de la historia como lucha de clases, Said pasa por alto que esta civilización, a pesar de su vulgaridad, estupidez e incluso brutalidad, es también la que hace posibles libros como el suyo, promociona estudios culturales alternativos y da voz (y cátedras universitarias) a representantes de minorías como la que él integra (Said fue profesor de Columbia, en Nueva York).

Llegado a este punto y en su defensa de las minorías, Said ha de chocar forzosamente con la cuestión del canon literario. Para Said, un canon literario compuesto por escritores cuyo perfil más recurrente es ‘blanco, muerto y occidental’, corresponde a una imposición cultural fruto del imperialismo.

La argumentación de Said, apoyada en lo esencial por críticos de las décadas de los sesenta y setenta, ha envejecido mal. En su origen, como ahora, estas denuncias han servido para llamar la atención sobre un cierto centralismo del mundo desarrollado que margina y no comprende los fenómenos culturales de otros países. Concedida esta parte de razón, los lectores que aún leen por amor a la lectura, y no esperando encontrar un consuelo a sus circunstancias psicológicas o sociales, acabarán volviendo los ojos a algún tipo de canon literario. Como recordaba el crítico Harold Bloom, este canon en ningún caso es una estructura acabada, sino más bien un museo de autores imperecederos, a través de los episodios históricos y las mentalidades más cambiantes y siempre abierto a nuevas incorporaciones.

En conclusión, el exilio, que en muchos autores ha incrementado la capacidad de percepción y juicio al proporcionar (aunque fuera de un modo forzoso y cruel) una mayor riqueza de puntos de vista, en el caso de Said la encorseta y la reduce.

Una buena porción del arte del siglo XX, por fortuna, demuestra que no siempre la literatura de exiliados tiene que ser forzosamente literatura del exilio.

Esther de Prado Francia

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