José Miguel Ortí Bordás figuró entre los reformistas del régimen de Franco y formó parte de las Cortes que aprobaron la actual Constitución. En Revoluciones imaginarias desarrolla un libro a medio camino entre el ensayo político y la historia contemporánea.
La obra se publicó originariamente hace más de tres décadas, cuando la transición estaba aún cercana en el tiempo, pero el autor ha querido convenientemente revisarla y reeditarla con un epílogo para posmodernos, donde se muestra preocupado por el revisionismo de la transición que afecta a una parte de la clase política y de la opinión pública. Es el retorno de los demonios familiares de España, expresión empleada por Ortega y Gasset, y que puede poner en peligro la convivencia. Para Ortí Bordás, se ha producido un rapto de España por Europa, donde impera una disolución de las poblaciones del Viejo Continente en esquemas posmodernos y en sociedades blandas, de pensamiento débil, preocupadas únicamente por su bienestar presente.
La mayor parte del libro se enfoca a una concienzuda demostración de estas tres afirmaciones de Ortega: no ha habido auténticas revoluciones en España; el pueblo español es políticamente tardígrado; y la sociedad española es constitutivamente gubernamental. Todo es apoyado en ejemplos históricos, en concreto el pronunciamiento liberal de Riego en 1820, la revolución democrática de 1868, el advenimiento inesperado de la II República en 1931, y el proceso de reforma política que liquidó el franquismo entre 1976 y 1977.
Ortega calificó al pueblo español de “políticamente tardígrado”, un pueblo apático que siempre ha llegado tarde a las citas con el destino por su calma, abulia o resignación. Es un pueblo que asiste con indiferencia, o sin plena conciencia de la trascendencia de los acontecimientos, a los golpes militares del siglo XIX o a la caída de la monarquía de Alfonso XIII. Todos estos sucesos son obra de minorías, pues el pueblo padece de desmovilización política. Ortega también calificaba a la sociedad española de “constitutivamente gubernamental”, y esto se ilustra en el libro con ejemplos de cómo el poder sabe metamorfosearse con los cambios políticos, como puede apreciarse en los sucesivos regímenes de la España del siglo XIX o en la aquiescencia o la indiferencia de la población durante el franquismo. El autor subraya que los españoles son situacionistas y progubernamentales, lo que indica la existencia de una sociedad civil débil que no se enfrenta a las injerencias del Estado.
En clara sintonía orteguiana, Ortí Bordás ve positiva la integración de España en Europa y que el pueblo español sea uno de los más europeístas. La otra cara de la moneda es la mentalidad posmoderna y antipolítica que ha traído la Europa del bienestar, por lo que aboga por una voluntad de futuro que permita a la sociedad española reaccionar frente al retorno de sus viejos demonios.