El profesor Sayés, prestigioso teólogo, presenta este ensayo general sobre la fe con el fin de combatir aquel relativismo que denunciara Benedicto XVI en la misa que dio comienzo al cónclave en que fue elegido. Un relativismo que se adentró también en las facultades de Teología durante los años sesenta.
Sayés hace un repaso de la llamada “teología de la secularización”, a partir del análisis de autores cristianos pero no católicos como Bonhoffer o Robinson, que deciden la decantación más reciente de la teología cristiana por la ideología y metodología ilustrada. En este sentido, se destacan las consecuencias de tales planteamientos que, a la postre, eliminan la radical aportación de la religión cristiana. Asimismo, Sayés dedica especial atención a quien considera el teólogo católico más influyente del siglo XX, Rahner, que, debido a su formación kantiana, deslizó la teología hacia el subjetivismo.
En el libro se aclaran los errores teológicos de fondo, no ya los incompatibles con la dogmática católica, sino aquellos que destruyen el propio sentido de la teología como ejercicio reflexivo. Pero después de la pars destruens, Sayés presenta, en forma sintética, los principios filosóficos, antropológicos y teológicos que fundamentan la fe cristiana. En primer término, actualiza la demostración tomista de la existencia de Dios, sin soslayar el debate con el evolucionismo. Plantea las discusiones en torno a la historicidad de los Evangelios, confirmando que cumplen los criterios aceptados por la crítica histórica.
Después el autor pasa a preguntarse por el hombre. Este capítulo es el más personal del libro, en el sentido de que, a su juicio, la forma más adecuada de plantearse el problema antropológico es teniendo en cuenta las aportaciones de la cristología. Si la teología utiliza categorías filosóficas, ¿por qué no puede la antropología partir de la naturaleza de Jesucristo para explicar, de la mejor manera posible, el misterio del hombre? Por último, antes de pasar a la exposición de la escatología católica, Sayés reflexiona sobre la moral.
Aunque Sayés comenta y explica lo establecido por el Magisterio, es de agradecer la labor de síntesis y la sistematización divulgativa de las verdades de la fe. Hay aspectos, obviamente, que se tratan de manera sucinta; otros quedan aparcados. Pero dos cosas resultan claras: el carácter científico de la disciplina teológica y que la teología fiel a los dogmas resulta más fructífera y coherente con la verdad del hombre.