Taurus. Madrid (2002). 230 págs. 16,26 €.
Este es un libro que pretende reivindicar el patriotismo como virtud cívica, distinguiéndolo del nacionalismo. En los últimos tiempos, la idea de patria se ha identificado sobre todo con las posturas nacionalistas, fuera de las cuales ha predominado una desafección intelectual y sentimental hacia el patriotismo. Para deshacer este equívoco, González Quirós, investigador del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, revisa el concepto de patriotismo desde la Antigüedad hasta hoy. Lo presenta como una virtud previa a la acción política y advierte las repercusiones que tiene su olvido en la vida pública.
González Quirós contrapone la fibra moral del patriotismo con el nacionalismo, al que considera una doctrina esencialmente política, que tiende a favorecer sentimientos de exclusión. En cambio, el patriotismo tiene un alto contenido ético desde el momento en que se identifica con la libertad política y el Estado de Derecho. Sus antecedentes históricos se remontarían al republicanismo de la antigua Roma, el de las virtudes cívicas ensalzado en las obras de Tito Livio.
La segunda parte de la obra aplica esta idea del patriotismo al caso español. El patriotismo estaría vinculado a la España liberal del siglo XIX, surgida con las Cortes de Cádiz. Sería, en definitiva, el patriotismo ilustrado o liberal de Feijoo, Unamuno y Ortega. Este es el patriotismo que defiende González Quirós, un patriotismo de raigambre liberal o constitucional. No es exactamente el llamado «patriotismo constitucional», expresión acuñada en Alemania por Habermas, pues en España el patriotismo no puede prescindir de la historia. De ahí que en el libro haya también una invitación a los historiadores para buscar en la historia de España las raíces de una concepción liberal de la existencia.
González Quirós es consciente de que el término «patriotismo» sigue despertando en la sociedad española toda clase de recelos y equívocos, pues para muchos evoca un nacionalismo autoritario. De ahí que abunden las personas que adopten posturas cosmopolitas o europeístas, sin apenas referencias a España. Se produce así un vacío entre el ámbito autonómico, impregnado de nacionalismo y localismo, y el ámbito europeo. Esto no contribuye ni a la consolidación del Estado surgido con la Constitución de 1978 ni a reforzar el papel de España en Europa y en el mundo. Contribuye además a la afirmación de identidades individualistas, con lealtades abstractas, y a una debilitación del sentido de comunidad.
Para infundir más energía al patriotismo en España, el autor recomienda el cultivo de un patriotismo fundamentado en la democracia y en el Estado de Derecho, unido al mismo tiempo a una lectura histórica en la que el concepto de patria española esté asociado a la idea de libertad. Enlaza así este libro con una tradición de los dos últimos siglos: el ensayo filosófico sobre la idea de España.
Antonio R. Rubio