La premisa de estas reflexiones es que, en el mundo actual, las virtudes siguen siendo necesarias, pero educamos menos en ellas. La empresa, que ha ocupado el vacío dejado por otras instituciones, también necesita que sus miembros –gerentes, directivos y trabajadores– las vivan, pero no es capaz de generarlas, ni debe hacerlo. A entender de Bruni, es necesario distinguir los mecanismos gerenciales de los valores propios del bien común, y fomentar estos últimos.
En el ámbito empresarial prima la distinción entre triunfadores y perdedores, basada en la eficiencia y la competitividad, que tiende a descartar a quienes no destacan. Se aplica también allí la lógica de los incentivos, con la convicción de que se puede alcanzar la excelencia mejora…
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