En 2014 PlayStation presentó los premios de la marca, unos galardones destinados a apoyar el desarrollo nacional y las buenas ideas. El ganador del mejor título fue para el estudio Animatoon, y poco más de un año después nos llega el resultado del desarrollo y el apoyo de la compañía: Dogchild.
La historia es básica: Tarpak es un joven con un fuerte vínculo con su perro Tarao. Juntos investigan la misteriosa desaparición de los padres del chico tiempo atrás y, mientras lo hacen, también buscan las razones de las desapariciones de varios caninos. Todo apunta a una gigantesca empresa que podría estar realizando experimentos con animales.
Aquí no hay disparos con armas de fuego ni violencia; de hecho, nuestra arma será una pelota de goma para dejar “inconscientes” temporalmente a nuestros enemigos y la capacidad del joven para hacer parkour y llegar a sitios altos. Con Tarao podemos seguir rastros invisibles para el ojo humano de su dueño. Los villanos, por su parte, nos disparan con pistolas eléctricas que nos inmovilizan temporalmente.
Todo esto queda muy bien sobre el papel, y de hecho funcionaría a las mil maravillas si no fuera por un control de la pelota que roza el caos y algunos momentos en los que el juego no reconoce bien nuestras pulsaciones de botones y nos puede hacer repetir una sencilla fase decenas de veces.
Siempre hay que agradecer el emprendimiento nacional, y Dogchild llega cargado de buenas ideas, pero se hace necesario que Animatoon corrija los varios fallos que pueden llegar a mermar la experiencia global.