Las teorías maltusianas siempre se han agarrado a África como a un clavo ardiendo.
Sin embargo, si se prescinde de las lentes ideológicas y se observa directamente la realidad africana, lo que se observa es un problema más complejo de lo que pueda explicar la tasa de natalidad por sí sola. Sobre el futuro de África planea la incertidumbre en lo político, en lo económico, y también en lo que se refiere a la demografía.
The Economist refleja en un artículo (17-12-2011)ese estado de expectación, y se pregunta si el futuro del continente africano confirmará las negras predicciones maltusianas o si, por el contrario, está llamado a configurar un nuevo modelo demográfico, un modelo propio.
El artículo gana en contexto si se lee en continuidad con otro artículo publicado también en The Economist , y que analiza el despegue económico del continente africano. Como si se tratara del análisis de competitividad de una empresa, este segundo artículo indaga en las fortalezas, amenazas, ventajas y desventajas de África. Toca también, como un elemento más, el problema-oportunidad de la demografía africana. Un enfoque más realista que ayuda a entender el papel que la jovencísima población africana puede jugar en la modernización del continente.
El caso africano merece ser tratado aparte en las discusiones sobre la demografía a escala mundial. Por un lado, se observa un descenso en la natalidad que algunos comparan con el experimentado por Asia desde mediados de los 60. De una tasa de fertilidad que rondaba los 5,5 hijos a comienzo de la década, Asia ha pasado a los 2,2 actualmente, según estimaciones de la ONU. Para 2020, la tasa de fertilidad habrá caído hasta el 2,03, y estará por debajo del umbral de sustitución (2,1). En la zona este de Asia, la tasa actual ya es de 1,7. Son significativas las cifras de las economías más desarrolladas: Japón: 1,2 ; Rusia: 1,42; China: 1,54.
Dividendo demográfico
En cuanto a África, la población seguirá creciendo según todas las previsiones, aunque a un ritmo más lento. Se espera que los actuales 1.000 millones de habitantes se dupliquen para 2050, pero la tasa de fertilidad irá disminuyendo. No obstante, ni las predicciones más negativas de la ONU contemplan un bajón tan brusco como el de Asia. Se espera que la actual tasa del 4,3 haya bajado en 2030 hasta el 3,6, de acuerdo a unas estimaciones medias; las más bajas pronostican una tasa de 3,09 para esta misma fecha.
Como recuerda el artículo de The Economist, la historia de la demografía ya conoce precedentes en los que una tendencia bajista en natalidad se ha estabilizado. Es el caso de Argentina, que durante décadas se mantuvo estable en torno a los tres hijos –ahora está en 2,3–; Corea del Sur y Costa Rica también experimentaron momentos de parón en la tendencia a la baja de su fertilidad.
Siempre que se habla de la fertilidad africana en sentido negativo se suele aludir a la falta de acceso a métodos anticonceptivos. En The Economist también se aboga por un mayor acceso, pero por otra parte se recuerda que no todo es repartir preservativos: “En Malawi aumentó el uso de anticonceptivos modernos en las relaciones sexuales del 17% en 1998 al 42% en 2010, y la tasa de fertilidad solo descendió un poco, así que algo más está pasando”.
Según el autor del artículo, una serie de factores explican por qué en África no se está produciendo, ni se va a producir a corto plazo, el descenso brusco y continuo de la fertilidad que se dio en Asia: la alta mortalidad infantil y los estragos del sida provocan un efecto de compensación que hace aumentar la natalidad; la educación sexual es deficiente –el autor parece identificar educación sexual con educación en los anticonceptivos, olvidando otras estrategias de salud sexual que han tenido éxito en África–; por último, el método de planificación familiar más extendido en el continente consiste en espaciar bastante los nacimientos, en lugar de tenerlos todos al principio y después acudir a la contracepción. Este método le parece menos eficaz al autor del artículo.
Despegue económico
Sin embargo, parece claro que el continente africano se va a beneficiar en pocos años de su jovencísima pirámide de población, como señala The Economist: “la edad media en África es de 20 años, comparados con los 30 de Asia o los 40 de Europa. Con la tasa de fertilidad en descenso, la media subirá cuando la actual masa de jóvenes llegue a sus años más productivos laboralmente hablando”. De hecho, el Fondo Monetario Internacional calcula que en la región subsahariana –la más pobre– el crecimiento económico en 2012 será un 5,75%, a pesar de los efectos negativos de la crisis económica en el hemisferio norte. Ocho de los diez países que más crecieron proporcionalmente la pasada década eran africanos.
La economía africana va dependiendo menos de la exportación de materias primas, aunque aún supone un tercio del total de ingresos del continente. Una floreciente industria está creando una cierta clase media. En total 300.000 africanos ganan más de 700 dólares al año: “No es mucho –comenta The Economist–, y muchas de estas personas pueden volver a la miseria por cualquier circunstancia. Pero sirve para cubrir, por ejemplo, los gastos del teléfono –la telefonía móvil es una de las industrias más prósperas del continente– o las tasas de algunos colegios”. La prueba del desarrollo de esta “clase media” está en el nacimiento de varias compañías bancarias africanas, que ven mercado en este segmento social.