De 1998 a 2001 hubo graves enfrentamientos entre cristianos y musulmanes en las islas Célebes y Molucas (Indonesia), que terminaron con un acuerdo de paz promovido por líderes de una y otra fe (cfr. servicio 45/02). El enviado especial de «The Economist» (11 septiembre 2004) cuenta que ahora hay convivencia pacífica, entre las dos comunidades.
El periodista visitó Poso (Célebes), una de las localidades más castigadas por el conflicto. Allí murieron unas mil personas y muchas más tuvieron que huir. Ahora reina la normalidad. «Los dos mil policías y soldados acantonados en la zona parecen pasar la mayor parte del tiempo instruyendo a los niños para los desfiles de la fiesta nacional. Hace poco, las fuerzas paramilitares mandaron de regreso a casa a 200 de sus hombres».
Desde que se firmó el acuerdo de paz en Malino (Célebes), los refugiados han ido volviendo a sus hogares. «Ahora cristianos y musulmanes coinciden en el mercado de Poso. Las barreras que separaban los barrios de unos y otros han desaparecido. La ONU y toda clase de ONG indonesias y extranjeras han organizado reuniones de reconciliación, asistencia psicológica para las víctimas de la violencia e incluso partidos interreligiosos de volleyball. Los cristianos de Sepe, otro pueblo, que tuvieron que reconstruir su iglesia tres veces después de otros tantos incendios provocados, señalan con orgullo a una mujer musulmana que desde hace poco se aloja en casa de una familia cristiana».
Pero también sigue habiendo tensiones. No lejos de Sepe, unos centenares de cristianos todavía viven en un campamento de refugiados. Su pueblo, Toyado, una isla cristiana en medio de una zona musulmana, fue destruido, y aún no ha llegado el dinero para la reconstrucción prometido por el gobierno. Al menos parte de los fondos se han perdido en los bolsillos de funcionarios corruptos. Con independencia de eso, los cristianos de Toyado no se atreven a volver; uno lo hizo el año pasado y no se ha vuelto a saber de él. Hay todavía, en fin, asesinatos esporádicos, como el de un pastor cristiano de Palu, una capital de provincia, en julio pasado. «No es extraño, comenta Nely, también pastor y uno de los firmantes del acuerdo de Malino, que los cristianos de localidades donde no son mayoría tengan miedo de ir a la iglesia».
Según la policía, detrás de esas agresiones están los grupos extremistas musulmanes, como Laskar Yihad o Yemaah Islamiya, la organización terrorista responsable de las últimas matanzas con bombas en otros lugares de Indonesia. En marzo pasado, cinco miembros de Yemaah Islamiya fueron condenados por conspirar para realizar atentados en la zona de Poso. Pero la mayoría de los actos de violencia quedan impunes, por falta de efectivos policiales o por intimidación de los testigos. La represión sería más eficaz si se aplicaran los poderes especiales previstos en la recién abrogada ley antiterrorista; pero los líderes de las dos comunidades siempre han preferido la fórmula acordada en Malino: que tales ataques sean tratados como delitos comunes y sean competencia de la policía.