Durante largo tiempo, los Boy Scouts de Estados Unidos (BSA) resistieron las presiones para admitir homosexuales en sus filas. En 2000 ganaron un caso en el Tribunal Supremo, que reconoció su derecho a excluirlos. Pero hace un año cedieron por fin, con condiciones: puede haber gais declarados en la tropa (los miembros menores de 18 años), pero no entre los scouters (los mayores de edad, que dirigen la tropa).
Esta fórmula fue adoptada teniendo en cuenta malas experiencias, dice Kirk Johnson en el New York Times. “Lo que planea sobre los Boy Scouts en todas sus discusiones sobre scouters –cómo escogerlos, formarlos y supervisarlos– es el fantasma del pasado, cuando algunos depredadores sexuales aprovecharon el scoutismo para tener acceso a sus víctimas. (…) Las detalladas normas sobre ‘protección de los jóvenes’ son principalmente para prevenir comportamientos sexuales inadecuados” (cfr. Aceprensa, 22-10-2012).
Como es lógico en los BSA, que no es una organización mixta salvo en un programa (“Venturing”) para jóvenes de 14-21 años, los abusos de menores han sido principalmente homosexuales. Pero muestra del ambiente que ha llevado al cambio de política el año pasado es que un portavoz de los Scouts, Deron Smith, se toma la molestia de señalar al periodista del Times que la organización “no relaciona los abusos de menores con la homosexualidad”.
De todas formas, ahora los Scouts comprueban que su solución de compromiso no contenta a unos ni a otros y no ha servido para frenar las presiones. Organizaciones como Human Rights Campaign consiguieron que grandes fundaciones y empresas, entre ellas Alcoa e Intel, suprimieran sus donaciones a los Scouts por no admitir gais; ninguna las ha reanudado hasta ahora, pese al cambio de política.
El Times cita también distintas personas que prosiguen la campaña en favor de scouters homosexuales. Una de ellas dice: “Creemos que va a haber una… –caramba, detesto decir infiltración– que se va a reclutar para puestos directivos a más gente que cree que esta política es equivocada”.
Hay descontento igualmente en quienes mantienen la postura contraria. Cierto número de organizaciones scouts locales han abandonado el movimiento por desacuerdo con la decisión de admitir homosexuales. Los BSA no las cuentan, pero el hecho es que en 2013 perdieron el 6% de sus miembros, contra un descenso del 4% el año anterior. Ahora son unos 2,5 millones de chicos y unos 960.000 scouters.