Hacer pronósticos sobre el futuro de China es tarea ardua. Los analistas occidentales han vivido durante mucho tiempo de las ilusiones de Tiananmen, de una época en la que se pensaba que China podía ser otra ficha del dominó que arrastró en su caída a la mayoría de los regímenes comunistas. Pero China era y sigue siendo distinta. Las tesis sobre el desarrollo económico y la paralela ascensión de las clases medias no han demostrado su vigencia. Por el contrario, los comunistas chinos se aferran al poder y ejercen un hábil y riguroso control político y económico.
Ahora el Partido Comunista Chino (PCCh) está vendiendo a su pueblo uno de los bienes más apreciados en un mundo de cambios vertiginosos: la estabilidad. La administra con una dosific…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.