Los países pobres muy endeudados y dispuestos a aplicar las reformas económicas según las directrices del FMI y del Banco Mundial, podrán beneficiarse de un plan de reducción de su deuda externa más generoso, decidido en la cumbre del Grupo de los Siete en Colonia. El acuerdo aprobado supondrá una reducción de unos 70.000 millones de dólares de la deuda de estos 41 países, cuyo importe global se estima actualmente entre 200.000 y 230.000 millones.
Para beneficiarse de este plan, los países candidatos deben comprometerse a sacar adelante reformas que supongan una sana gestión económica y de lucha contra la pobreza. Pero se aplicarán criterios más flexibles, pues con el plan anterior escasos países lograron reunir los requisitos exigidos para la condonación (cfr. servicio 91/99). Si antes se exigía un plazo de seis años de resultados económicos aceptables, a juicio del FMI y el Banco Mundial, ahora se reducen a tres.
La deuda que se prevé condonar responde a préstamos concedidos por gobiernos de países ricos y por el FMI y el Banco Mundial. Para financiar la reducción de la deuda, hay acuerdo en que el FMI venda el 10% de sus reservas de oro. Pero aún está sin aclarar cómo se repartirá el resto de la factura. El comunicado final de la reunión reconoce que «los costes finales de la iniciativa están sujetos a numerosas incertidumbres». De la deuda externa de los países más pobres, el 44,3% es con Japón, el 24,6% con Francia y el 14,8% con Alemania, mientras que los otros países ricos prestaron menos. Y los que fueron más generosos a la hora de prestar piden un reparto justo del alivio de la deuda, para no salir también ahora más perjudicados.
No hay que olvidar que, por parte de EE.UU., el plan de perdón de los préstamos norteamericanos y la venta de las reservas de oro del FMI debe ser aprobado aún por el Congreso, que es más bien escéptico sobre la ayuda al desarrollo.