Contrapunto
Exceso de trabajo, falta de tiempo para la familia, dilemas morales en torno a stock options, peleas en los consejos de administración, éxitos fulgurantes, acciones que caen en picado, avión, teléfono móvil, continua tensión… Son las congojas diarias de tantos ejecutivos que pasan por el diván. Pero este afligido gremio está descubriendo otro remedio: en vez de acudir al psicoterapeuta, busca el consejo de los filósofos antiguos, según se puede leer en The Economist (24-VI-2000).
A veces sospechábamos que los gurús del management -los Coveys y los Peters- en el fondo venían a desempolvar la vieja sabiduría. Ahora, algunos lo reconocen llanamente. Uno de los últimos bestsellers del género se titula ¡Platón, no Prozac! Aplicar la filosofía a los problemas cotidianos. Su autor, Lou Marinoff, ha fundado una nueva especialidad, la «consultoría filosófica», que se puede recibir por 100 dólares a la hora.
Cuando la fiebre del oro en Internet da paso a un sarampión de quiebras, hay clientela abundante para Christopher McCollough, «filósofo clínico» de San Francisco. McCollough prescribe píldoras de Epicteto para aprender a mantenerse sereno cuando uno ha perdido todo.
Tom Morris, que ha escrito Si Aristóteles dirigiera General Motors, imparte seminarios a directivos de grandes empresas. El personal de Ford, IBM, General Electric y Campbell ya ha pasado por sus clases. Tarifa: 30.000 dólares por hora.
El libre mercado ajusta admirablemente la oferta y la demanda, incluso de bienes inmateriales. Estos consejeros y consoladores de ejecutivos reúnen en sí lo mejor de los dos mundos: la sabiduría de Sócrates y el salario de un sofista.
Rafael Serrano