En una época marcada por el envejecimiento de la población, los países de la OCDE no pueden permitirse prescindir de los trabajadores seniors, que en muchos casos están abandonando el mercado laboral antes de la edad de jubilación. Este es el mensaje de un informe de la OCDE sobre «Envejecimiento y políticas de empleo», que formula recomendaciones para que los gobiernos, los empleadores y los propios trabajadores seniors cambien de actitud.
Según el informe, mientras que durante años el número de los jubilados subirá de forma constante, no ocurrirá igual con la población que se incorpora al mercado de trabajo. De continuar con esta tendencia, la ratio de inactivos mayores por activos pasará del 38% en 2000 al 70% en 2050. Esta situación sería un freno al crecimiento económico, y podría obligar a un aumento de impuestos o a reducir las prestaciones por jubilación.
Cualquier solución que se prevea (aumento de la inmigración, subida de la fertilidad,…) tiene que ir acompañada de un incremento de los trabajadores mayores en activo. En el 2004 menos del 60% de las personas de entre 50 y 64 años trabajaban, cuando entre las de 24 y 49 años la tasa era del 76%. Es importante tener en cuenta que actualmente los trabajadores mayores tienen mejor salud y una esperanza de vida mayor que hace unas décadas. Así, el tiempo que se prevé que los trabajadores pasen jubilados ha subido de 11 años en 1970 a 18 en 2004. En el caso de las mujeres, de 14 a 23 años.
Algunos países llevan tiempo planteándose elevar la edad de jubilación. Sin embargo, lo que ahora está ocurriendo es que los trabajadores abandonan el mercado laboral antes de la edad oficial de jubilación (ver gráfico). Esta situación viene provocada por un sistema de jubilación que favorece el retiro anticipado, por prejubilaciones o por la atracción que suponen algunos beneficios sociales, como las prestaciones por desempleo o por invalidez. Por eso el informe recomienda a los gobiernos que las pensiones y las otras medidas sociales favorezcan el mantenimiento de la actividad laboral y no lo contrario.
Por el lado de los empresarios, hay que cambiar en primer lugar la idea de que los trabajadores mayores no pueden adaptarse a las nuevas formas de organización o a los cambios tecnológicos. Esto no es siempre así, como recuerda el informe. En muchos casos bastan unos sistemas de formación continua adaptados a las necesidades de los trabajadores mayores, cosa que no siempre ofrecen las empresas ni el sector público. Otro mito es que las prejubilaciones de los mayores suponen más empleo para los jóvenes. Las estadísticas muestran que el índice de desempleo juvenil sigue siendo muy alto en los países que más han utilizado las prejubilaciones.
Una dificultad objetiva para contratar o mantener a trabajadores mayores puede ser que sus salarios son más altos, como consecuencia de la antigüedad y de que se benefician de mayores contribuciones sociales y seguros por enfermedad. Una vía que se propone es la modalidad de jornadas reducidas, lo que permite realizar una transición menos brusca hacia la jubilación y que el trabajador siga siendo útil y continúe cotizando a la Seguridad Social.
Dada la amplitud de factores que condicionan a los trabajadores mayores, la OCDE recuerda que se debe actuar también sobre los incentivos financieros. Algunos de los pasos que se han dado van en la línea de revisar los beneficios que se obtienen por una jubilación anticipada. Pero la manera de concretar esta estrategia difiere entre los países. Unos prefieren un modelo más neutro, de forma que se mantiene la posibilidad de jubilarse antes de tiempo (aunque reduciendo las ventajas) mientras se recompensa una jubilación más tardía. Otros países han preferido actuar contra las jubilaciones anticipadas, reduciendo mucho los beneficios que se obtienen.
Para la OCDE, el grado de eficacia de todas estas medidas depende también de la proyección temporal de las reformas: en muchos casos se plantean de una forma muy gradual a un plazo muy largo (Alemania propone subir la edad de jubilación de 65 a 67 a razón de mes por año hasta el 2035).
Al mismo tiempo que se llevan a cabo estas reformas, la OCDE recuerda que se deben controlar también los beneficios sociales, tales como el paro, el seguro por invalidez u otros beneficios. Existe el peligro de que los trabajadores los utilicen como método alternativo para adelantar su salida del mercado laboral y por eso se anima a que se usen estos programas según su sentido original.
Alejandro Huerta