Ante la oposición de los sindicatos, y aun entre las propias filas socialistas, y pese a haber hecho importantes cesiones, el gobierno francés ha decidido forzar la tramitación de su reforma laboral puenteando al Parlamento, mediante un recurso legal extraordinario. El partido queda dividido, y los sindicatos prometen continuar con las movilizaciones en contra del proyecto.
El gobierno quería que la Asamblea Nacional votase el proyecto, en primera lectura, el 17 de mayo. Pero el debate se preveía interminable, pues los diputados habían propuesto unas cinco mil enmiendas. Entre ellos, una parte de los socialistas maniobraban para hacer fracasar la reforma.
El primer ministro Manuel Valls interpreta la rebelión dentro del partido como una p…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.